Otra vez la Iglesia vuelve a estar en medio de un escándalo, donde las escenas se asemejan a una película porno. Orgías, prostitución, sexo virtual y pagos a gigolós, son algunos de los tantos “pecados” cometidos por alrededor de 50 sacerdotes de distintas diócesis de Italia, incluido un obispo y miembros de la curia romana.
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La Arquidiócesis de Nápoles recibió un informe de unas 1200 páginas, con testimonios, y un CD que incluye fotos, chats, capturas de pantalla, mails, registros de tarjetas de crédito conversaciones de aplicaciones de celulares utilizadas para conseguir parejas en el ambiente gay.
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El explosivo documento fue realizado por Francesco Mangiacapra, un joven abogado, que también es escort. Él vio en primera persona muchos de estos encuentros furtivos. El sitio de noticias Gay News compartió algunas de esas historias, luego de acceder a algunos extractos del texto.
Los pecados cometidos por los sacerdotes italianos
En una misa donde un sacerdote fue como asistente, le escribió a un joven amigo: “Me guiñó el ojo al hacer la señal de la paz”. “Mmmm…”, le respondió. Segundos después, el cura fue directo: “Quiero fornicar contigo”, y vuelve a recibir la misma respuesta. Insistente en su pedido, le dice: “El domingo serás mío”. “Esperemos…”, concluye su interlocutor.
También se conoció que un párroco organizaba orgías en la Rectoría, al igual que un guardián capuchino, pero en un convento. Al parecer, estaban obsesionados por tener sexo grupal. Mientras que otros accedían a las aplicaciones de celulares, como Grindr y Romeo, para tener relaciones con otros hombres. Otros, abonaban con tarjetas de créditos a sus acompañantes.
Además, había un sacerdote calabrés al que le gustaba ir a boliches gay para satisfacer sus necesidades y terminar la noche en algún hotel. Mientras que algunos quedaban felices teniendo sexo virtual y cumpliendo sus fantasías.
Ante todas estas revelaciones, el cardenal Crescenzio Sepe fue el que recibió el documento y aseguró que lo entregará al Vaticano para que procedan a su análisis y corroboren las denuncias. “Quienes hubieran errado, deben pagar y ser ayudados a arrepentirse por el mal causado”, aclaró.