Zahra Esmaili tenía 42 años. Fue condenada a pena de muerte por haber asesinado a su marido en 2018. El hombre era funcionario de los servicios de inteligencia y había sido denunciado por la mujer por abusar sexualmente de ella y sus hijos.
Tres años después, Esmaili fue ejecutada en la cárcel de Rajei-Shahr, en la ciudad de Karaj. Cuando llegó el momento de subir al patíbulo, sufrió un ataque del corazón en medio del terror estaba padeciendo. La brutalidad más extrema fue que la ahorcaron igual después de muerta.
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Subieron al andamio el cuerpo sin vida y lo colgaron de una soga. Al parecer, fue por pedido de la madre del hombre fallecido, quien terminó pateando la silla para que se produjera el ahorcamiento.
"Dieciseis hombres fueron ahorcados antes que ella, bajo sus ojos. Zahra antes de subir al patíbulo tuvo un ataque cardíaco y murió. No obstante ello, su cuerpo sin vida fue ahorcado", denunció su abogado Omid Moradi.
Qué dice Amnistía Internacional sobre la pena de muerte
Lo define como "la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante" y se realiza mediante decapitación, ahorcamiento, inyección letal y armas de fuego. El organismo se opone en todos los casos sin excepción.
En el último informe realizado en 2019, la mayoría de las ejecuciones se produjeron en China, Irán, Arabia Saudí, Irak y Egipto. Además, aseguraron que China sigue siendo el mayor país del mundo donde se realizan penas de muerte.