La capital ucraniana está sitiada por las tropas militares enviadas por el líder ruso Vladimir Putin. En el sexto día de guerra y con varios frentes abiertos, los bombardeos no dan paz y las advertencias de que será una jornada más destructiva y violenta hacen crecer el temor de quienes aún no pudieron irse de su país.
Mientras un convoy avanza hacia Kiev desde esta mañana, el ejército de Rusia hizo estallar la torre de televisión que mide 385 metros de alto. Esto provocó la interrupción de la transmisión de los medios de comunicación audiovisuales. Según reportaron los servicios de emergencia, murieron cinco personas y otras cinco resultaron heridas.
Al tiempo, desde el Kremlin anunciaron una advertencia: solicitaron a la población abandone la capital de Ucrania ante el lanzamiento de nuevas bombas de alta precisión. Si bien insisten en que su misión es una operación contra fuerzas extremistas, que no afectaría a civiles, en Kiev nadie duda de que el golpe final es inminente.
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En solo seis días, más de medio millón de ucranianos huyeron de la guerra desencadenada por Putin. A primeras horas del día, los misiles rusos destruyeron Jarkov, la segunda ciudad con más población. Como consecuencia, fallecieron decenas de personas.
A través de una videoconferencia, el presidente Volodimir Zelensky calificó el bombardeo a Jarkov como un “crimen de guerra”. “¿Cómo puede Putin hablar de ataques a infraestructuras militares cuando mueren niños y jóvenes? Ayer acabaron con la vida de dieciséis niños ucranianos”, lamentó el mandatario. Y dijo que la defensa de la capital es la prioridad.