Mientras brindaba una audiencia general en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco vivió una inédita situación. Pese a que habitualmente se muestra descontracturado, un niño lo sacó de todo protocolo: tras escapar de su madre y subir las escaleras, el pequeño pisó el escenario y se puso a jugar alrededor del Sumo Pontífice.
Rápidamente, la mamá lo persiguió, le explicó al Papa que su hijo tiene autismo y le pidió por la capacidad de habla. Al darse cuenta de que tanto la mujer como la criatura eran argentinos, Francisco habló en español y pidió que lo dejen jugar libremente.
"Ante Dios, todos tendríamos que tener la libertad de un niño delante de su padre. Este niño nos ha predicado hoy", dijo el Papa.
Así, Wenzel Eluney permaneció varios minutos robándose la atención de todos. "Es argentino, libre, indisciplinadamente libre", bromeó el Papa, para dar pie a una reflexión seria y profunda.
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"Es libre y esto me ha hecho pensar ¿Soy yo libre? ¿Soy yo libre ante Dios? Ante Dios, todos tendríamos que tener la libertad de un niño delante de su padre. Este niño nos ha predicado hoy", destacó, y pidió por "la gracia para que este niño pueda hablar".
La reacción de la madre, que vive con la familia en Italia, fue de agradecimiento genuino: juró que la actitud de su hijo "no estaba programada" y agradeció "una de esas cosas hermosas que regala Dios".
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