Observando las secuencias previas al choque político y personal entre Javier Milei y Pedro Sánchez, lo que se ve es que antes de estallar la furia del presidente argentino hubo un goteo de pronunciamientos de funcionarios españoles que parecen apuntados a detonar la explosión.
Sobre ese goteo de críticas del “sanchismo” al presidente argentino, se puede opinar que no obedecía a un plan, sino que se trata de ministros y secretarios del gobierno de PSOE que simplemente expresaban la sensación inquietante que les causa el líder sudamericano al que el partido ultraderechista Vox colocó en su altar de las adoraciones. Sin embargo, teniendo en cuenta las jugadas que el presidente de España suele hacer en los bordes de la ética institucional y política, también es posible deducir que fue la búsqueda intencional de un enfrentamiento con Milei, apostando a sus explosiones furibundas que exhiben extremismo y violencia verbal y gestual.
El escritor español Arturo Pérez Reverte, en diálogo con el periodista argentino Carlos Pagni, reconoció que Pedro Sánchez es un personaje “fascinante” con un “instinto político extraordinario”, pero lo definió como “un aventurero de la política, un pistolero, un asesino… un tipo que no repara en nada”. Es “valiente y tenaz, pero no tiene escrúpulos”, sintetizó el autor de El Club Dumas.
Eso se vio claramente cuando, habiendo perdido en las urnas frente al conservador Núñez Feijoo, el líder del PSOE impidió que el PP forme gobierno en minoría y tejió una mayoría acordando con el controversial partido vasco EH Bildu, cuyos ancestros eran brazo político de ETA, y pactando con los independentistas catalanes que violaron la Constitución con un referéndum soberanista, impunidad en forma de amnistía a cambio de votos a su investidura.
Esos acuerdos no fueron ilegales ni violentaron la institucionalidad democrática, pero mostraron en Sánchez convicciones éticas vaporosas.
+ MIRÁ MÁS: Milei, tapa de la revista Time: cómo lo definieron y el festejo del presidente
Encabezar un gobierno habiendo salido segundo en los comicios no es cuestionable si se pacta con fuerzas que sean centristas y no resulten controversiales. Pero, desde un segundo puesto en las urnas, saltar por encima del más votado usando de garrocha liderazgos tan polémicos como los del extremismo vasco y Junts per Cat, resulta sumamente cuestionable.
Aún así, el poder de Pedro Sánchez no está solamente en el país que gobierna. En el escenario europeo suele destacarse a menudo. Es una de las figuras notables de la UE. Y esa realidad visible es la que acrecienta el estropicio cometido por Milei.
Es cuestionable que los disparos agraviantes contra el presidente argentino hayan ocurrido y, peor aún, si hubieran respondido a un plan para provocarlo. Pero eso no quita gravedad al estallido de Milei, que no fue una cuestión momentánea que pueda atribuirse a la indignación incontenible de quien ha sido atacado, sino recurrente y acorde a una práctica de violencia verbal utilizada de manera permanente contra críticos en su país y contra otros presidentes de la región, como el brasileño Lula da Silva, el colombiano Gustavo Petro y el mexicano López Obrador.
De por sí, resulta cuestionable que un mandatario en funciones acuda a un encuentro de la ultraderecha internacional en apoyo al partido minoritario que expresa al franquismo reciclado y actualizado. No hubo ningún otro gobernante asistiendo en persona a ese encuentro ultraconservador. Milei fue el único, y eso implicó la anormalidad institucional de no haber saludado al jefe de gobierno ni al jefe de Estado del país que visitaba, el presidente Pedro Sánchez y el rey Felipe VI.
Pero lo más grave fue que sus ataques contra el gobierno español y su presidente incluyeron golpes bajos y constituyeron injerencia en los asuntos internos de otro Estado.
Al ministro de Transporte Oscar Puente, quien a título personal insinuó que Milei injería sustancias, le respondió de manera oficial, con una nota en la que atacaba a todo el gobierno, señalaba a la esposa del presidente, cuestionaba las alianzas pos-electorales del PSOE y dijo que la política de Pedro Sánchez en España causa “miseria y muerte”.
A eso sumó en Madrid su stund-up en el acto ultraderechista, en el que calificó de “corrupta” a Begoña Gómez, la esposa del jefe del gobierno español, por un caso que no llegó a imputación judicial y que muchos califican de patraña contra Sánchez.
Para el “sanchismo”, pelearse con la nueva estrella de los ultraconservadores del mundo puede ser buen negocio político de cara a las elecciones europeas. A España no le aporta nada. Tampoco aporta nada a la Argentina este flamígero protagonismo de su presidente. Al contrario. España es el segundo mayor inversor externo en la economía nacional y en Europa todavía hay más gobiernos centristas que extremistas.
Más allá de las imprudencias del sanchismo y de la turbia astucia del líder del PSOE que preside el Gobierno de España, lo preocupante para el país es que la política exterior del Estado responde a las filias y fobias de su presidente. La política exterior de Milei es él, su personalidad, sus veleidades y su ambición de liderazgo a nivel internacional.
Hasta ha logrado una visibilidad impactante y un gran protagonismo. Pero hasta ahora, esa actuación protagónica se da en el escenario de la extrema derecha, que no es el escenario internacional.