El actor que protagonizó una de las películas con mayor profundidad para mostrar el totalitarismo (The Truman Show), encarnó personajes dramáticos como el de “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” y mostró un descomunal virtuosismo de comediante en “La Máscara”, cuando describe realidades lo hace con profundidad, además de lucidez y honestidad intelectual.
Eso demostró al defender durante una entrevista televisiva el sistema de salud de Canadá, siempre denostado como un fracaso en los Estados Unidos.
Carrey, quien nació y creció en Canadá, dijo que “allí teníamos la sanidad socializada”, añadiendo que “estoy aquí para decir que esa basura que escuchamos en todos los programas políticos afirmando” que el sistema canadiense de salud “es un fracaso, es falso, no es así; no es un fracaso”.
“Nunca tuve que esperar por nada en mi vida, escogía mis doctores, mi madre nunca pagó por una receta, era un sistema fantástico” afirmó el acto. Y agregó: “cabo de volver de (la ciudad canadiense de) Vancouver, y no paro de escuchar que me digan que los canadienses son muy amables, a lo que respondo pueden ser amables porque tienen sanidad pública, y porque tienen un gobierno que se preocupa por ellos, un gobierno que no les dice a los débiles, a los enfermos, ‘nada o húndete’, y a los que no pueden pagar la renta ‘bueno, vive en una caja’”.
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En esa larga respuesta, a veces interrumpida por los aplausos del público presente en el estudio de televisión, Jim Carrey explicó que “hay gente en nuestra sociedad que necesita ser cuidada; hay gente que no tiene las mismas oportunidades que otra gente y necesita ser ayudada para tenerlas. Hay que es débil, que está enferma. Nadie debería perder su casa si su madre se enferma”.
En su gran película “Las Invasiones Bárbaras”, el director canadiense Denys Arcand exhibe una mirada crítica sobre el sistema de salud de su país, pero lo central en la trama no es eso, sino mostrar que la frivolidad, la indiferencia y la insensibilidad está también en muchos izquierdistas aunque se auto-perciban como lo opuesto.
El “héroe” de la película es un joven que gana mucho dinero en el mundo de la finanzas, pero regresa de Londres a Canadá a hacerse cargo de su padre gravemente enfermo, a pesar de que siempre lo había descuidado, igual que a su madre, por hacer una vida bohemia en su círculo de intelectuales izquierdistas y snobs.
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Lo que Arcand, en clara revisión de lo que había mostrado casi dos décadas antes de filmar “La Decadencia del Imperio Americano”, había mostrado en “Las Invasiones Bárbaras” es, entre otras, que la bondad y la maldad, así como la sensibilidad y la insensibilidad, no tienen que ver con ser de izquierda o de derecha.
No obstante, su mirada cuestionadora al sistema de salud de Canadá parecía dictada por la lectura que muchos en Estados Unidos hacen al respecto.
En el “mundo Trump”, por ejemplo, todos consideran que la salud pública de Canadá y que programas como Medicare y el comúnmente llamado “Obamacare”, que procuran abrir las puertas del carísimo sistema de salud norteamericano a los más pobres, son “aberraciones socialistas” que han fracasado.
Contra esa corriente fuerte y tumultuosa nadó Jim Carrey cuando reivindicó un capitalismo como el canadiense, donde “el gobierno no le dice al enfermo nada o húndete”.