Lo único que está claro es que la salida de Edmundo González Urrutia de Venezuela es un triunfo del régimen de Nicolás Maduro.
Todo lo demás es turbio. Que el candidato que derrotó en las urnas al dictador chavista, tras haber repetido en varias oportunidades que no saldría de Venezuela ni pediría asilo a ningún país, haya aparecido en España gestionando el estatus de asilado, es lo que buscaba la nomenclatura que impera en el país caribeño.
Maduro lo llamó “cobarde” en varias oportunidades. Era un ataque sin sentido. González Urrutia, con las fragilidades físicas de sus 75 años, aceptó enfrentar a un poder facineroso que jamás tuvo reparos en usar la violencia criminal con los disidentes. Que ahora decidiera exiliarse, como lo hicieron Antonio Ledesma, Leopoldo López, Juan Guaidó y otros, no necesariamente implica cobardía ni capitulación. Pero le permite a Maduro mostrarlo en fuga, abandonando a su gente como un “cobarde”.
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Si el asilo de González Urrutia es funcional al régimen, la pregunta es a quién quiso favorecer el gobierno de Pedro Sánchez, sobre el cual tiene una fuerte gravitación el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, quien lleva años ayudando al régimen chavista que encabeza Nicolás Maduro.
Otra pregunta clave tiene que ver con el asedio que sufrió la embajada argentina en Caracas, donde se encuentran refugiados varios colaboradores de González Urrutia y María Corina Machado. La amenaza de violar la Convención de Viena de 1964, invadiendo la sede diplomática ahora bajo custodia de Brasil para sacar de allí a los disidentes y encarcelarlos o torturarlos en el helicoide, es lo que habría quebrado la voluntad de González Urrutia, una de cuyas hijas está en Venezuela y puede también ser instrumento del régimen para presionarlo.
Para saber si la hija de González Urrutia y también sus colaboradores refugiados en la embajada argentina son rehenes que el régimen usa para alejar de Venezuela y silenciar al diplomático que ganó la elección del 28 de julio, resulta clave bucear en todo lo que diga y escriba desde España.
Su primer mensaje habla de “diálogo”, lo cual parece una concesión al régimen autoritario que destruyó la elección, se proclamó vencedor sin mostrar las actas y encarceló a miles de venezolanos que salieron a protestar contra el grotesco fraude. Pero también habla de recuperar la democracia y de hacer cumplir la “voluntad popular”, lo cual parece una señal de disposición a seguir luchando desde España contra la dictadura.
Pero si González Urrutia entra en prolongados silencios o emite mensajes que se aparten de la única negociación que cabe ofrecerle al régimen, que es impunidad para que deje el poder a quienes eligió la gente en las urnas, entonces crecerán las hipótesis más turbias. Por caso, que en un juego de tenazas, el régimen chantajeó al ganador de la elección presidencial para que se refugie en España, y no en los Países Bajos, en cuya embajada se encontraba, ni en Estados Unidos, mientras Rodríguez Zapatero hacía su aporte para que al asilo lo obtenga en Madrid.
Por cierto, el hecho de que una de sus hijas vive en Madrid explicaría por qué la elección de España para asilarse. Pero descartar la hipótesis de que Rodríguez Zapatero ayudó a Maduro a sacarse de encima a González Urrutia y silenciarlo en España, determinaría si Pedro Sánchez está actuando a favor de la democracia venezolana, como dice, o está siendo funcional al régimen para el que trabaja Rodríguez Zapatero.