La primera vuelta de las elecciones uruguayas para elegir el nuevo presidente de Uruguay tuvo, como es lógico, ganadores y perdedores. Por cierto, el principal ganador es el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, por haber sido el más votado, quedando dieciséis puntos por encima del segundo, Alvaro Delgado, el candidato del Partido Nacional, que es quien disputará el ballotage con el postulante frenteamplista y ex intendente del Departamento de Canelones.
Con las reglas electorales argentinas, Orsi ya habría ganado la presidencia sin necesidad de segunda vuelta, porque superó los cuarenta puntos porcentuales y la distancia que lo separa de su inmediato seguir supera los diez puntos. Pero en Uruguay, para quedarse con la presidencia en primera vuelta, hay que obtener el cincuenta más uno por ciento de los votos, como mínimo.
El festejo del más votado fue sumamente discreto, porque sabe que Álvaro Delgado, tiene las mismas chances, o más, que las que él tiene de ganar el ballotage. Ocurre que, si se suman los votos que en la primera vuelta se dispersaron entre los distintos partidos que integran la coalición de centroderecha que hoy gobierna, cosa que es posible que ocurra en el ballotage, el secretario general de la presidencia de Luis Lacalle Pou obtendría más que Orsi.
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La matemática de este proceso electoral sugiere que el candidato del Frente Amplio ha obtenido la totalidad de los votos del centroizquierda uruguayo en la primera vuelta, mientras que Delgado ha obtenido sólo la porción mayoritaria del espacio de votantes de la centroderecha. De tal modo, Orsi podría estar en su techo y mientras que Delgado crecerá por encima del frenteamplista si logra absorber los votos que se repartieron el Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente, las otras fuerzas de la alianza centroderechista.
A pesar de haber quedado en un lejano tercer puesto, Andrés Ojeda también es un ganador de esta primera vuelta, porque el 16 por ciento que obtuvo implica una remontada para un partido que lleva largos años debilitándose. Los colorados encabezaron gobiernos en dos oportunidades con Julio Sanguinetti y una más con Jorge Batlle, pero llevaba tiempo debilitándose, lo que ha revertido con el joven abogado que tomó la candidatura y lo volvió a poner en el radar electoral.
Cabildo Abierto y el Partido Independiente no pueden considerarse perdedores porque son parte de la coalición que, de ganar el ballotage, les implicará algunos cargos en el gobierno que encabezaría Delgado. Pero los escasos votos que obtuvieron les impide, por pudor, festejar la chance de que se mantenga en el poder el espacio que gobernó este quinquenio con Lacalle Pou en la presidencia.
Otros que a pesar de formar parte de la fuerza más votada en la primera vuelta, son el Partido Comunista y la central de trabajadores PIT-CNT, ligada a la izquierda radical del moderado Frente Amplio.
Esa ala izquierda del frenteamplismo no comulga con la candidatura de Orsi, pero presionó hasta lograr que en las mismas urnas se votara también en un plebiscito sobre mantener o estatizar el sistema de pensión, hoy en manos de lo que en Argentina fueron las AFJP.
Si el candidato bendecido por José “Pepe” Mujica hacía una mala elección pero el plebiscito aprobaba la estatización del sistema privado de jubilaciones y pensiones, entonces el PC y PIT-CNT habrían cobrado fuerzas para reclamar que el próximo candidato no sea un moderado, como han sido hasta ahora todos los candidatos frenteamplistas. Pero la opción que promovieron, y a la que Yamandú Orsi no apoyó, fue derrotada en el plebiscito, dejando a la izquierda radical del espacio centroizquierdista como perdedora en la jornada electoral.
Más allá de lo que ocurra en el ballotage, el actual proceso electoral completa el recambio generacional que, en la centroderecha, comenzó con la llegada a la presidencia de Luis Lacalle Pou, dejando atrás la etapa de Sanguinetti, Luis Lacalle Herrera y Jorge Batlle.
Ahora, el Frente Amplio cierra la etapa de sus grandes dirigentes: el dos veces presidente Tabaré Vázquez, el presidente en una oportunidad Pepe Mujica, el ex vicepresidente y ex ministro de Economía Danilo Astori, y la ex vicepresidenta Lucía Topolansky.
A renglón seguido de Lacalle Pou, los nombres que aparecen en esta nueva página de la democracia uruguaya, Yamandú Orsi, Alvaro Delgado y Andrés Ojeda, también representan la capacidad de diálogo y la moderación que caracterizó a los gobiernos de la centroizquierda y la centroderecha, desde la recuperación del Estado de Derecho.