En Latinoamérica, el péndulo político ya no se detiene en lapsos largos en cada lado, sino que vuelve rápidamente hacia el lado opuesto. Otra diferencia es que llega más a los extremos, en lugar de pasar de la centroderecha a la centroizquierda.
Las urnas de Ecuador acaban de confirmar esta nueva tendencia de la dinámica pendular de la política. Después de que al centroderechista Guillermo Lasso lo sucediera como opción anti-correísta Daniel Noboa, muchos dieron por finalizada la etapa del arrollador liderazgo de Rafael Correa. El populismo izquierdista de corte autoritario que expresaba ese ex presidente y su Movimiento Revolución Ciudadana, parecían condenados a mirar el poder desde afuera por largo tiempo.
Con cuatro elecciones presidencias ganadas en forma consecutiva, tres por Rafael Correa y una por su delfín Lenin Moreno, quien en el despacho presidencial del Palacio de Carondelet se convertiría en su principal enemigo, el correísmo estableció un récord en un país donde la inestabilidad política es la regla. Pero el caso Odebrecht y otros escándalos que derivaron en juicios y en una condena a Correa y a su ex vicepresidente Jorge Glass por corrupción, esa etapa se cerró y el péndulo llevó al poder a la derecha.
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Guillermo Lasso no pudo concluir su mandato porque un juicio político lo interrumpió, y en la siguiente elección volvió a ganar la derecha, esta vez uniendo sus votos en la candidatura de Daniel Noboa, hijo del multimillonario que intentó sin éxito cinco veces ganar la presidencia.
El joven Noboa fue la gran sorpresa en la segunda elección perdida por el correísmo, pero el mandato que logró es brevísimo porque sólo completa lo que faltaba del mandato de Lasso.
Ahora tenía que revalidar su triunfo de hace un año y las encuestas lo acompañaron, aunque sin prometerle ganar la reelección en la primera vuelta. Parecía que, aunque con ballotage, ya estaba todo dicho. No obstante, hubo una sorpresa en las urnas: lo que se esperaba una victoria de Noboa por seis o siete puntos, terminó en un empate técnico que dejó mejor posicionada para la segunda vuelta a la correísta Luisa González.
¿Qué ocurrió en el medio? Probablemente la sobreactuación de su guerra contra el narcotráfico, potenciada por el asesinato del periodista y líder anti-cárteles Fernando Villavicencio en plena campaña electoral, defraudó al no haber logrado el resultado inmediato que prometía cuando hablaba de cárceles flotantes en alta mar y la militarización de las prisiones.
Como tantos otros en la región, Noboa se “bukelizó” para generar la sensación de que podía lograr los mismos resultados en materia de seguridad que obtuvo en El Salvador Nayib Bukele. Pues bien, eso no ocurrió en este año de mandato.
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Tampoco lo ayudó la economía, que permaneció empantanada en el estancamiento. Y es posible que su agria pelea con la vicepresidenta Verónica Abad también le haya jugado en contra, por el mal modo con que el joven presidente la marginó de inmediato.
Aunque quizá haya razones para la indignación de Noboa con su vice, enviarla a la embajada en Israel y luego querer destinarla en Turquía para alejarla de Ecuador, es percibido como un maltrato y una estafa electoral porque la supuesta afinidad de las dos cabezas de la fórmula era ficticia.
Lo cierto es que Noboa ya había cantado victoria y muchos lo daban por ganador en el ballotage, pero la moneda quedó girando en el aire y no se sabrá el resultado hasta el final de escrutinio en abril.