“Lo viejo funciona, Juan”. La frase pertenece al Tano Favalli, personaje de la adaptación televisiva del célebre comic El Eternauta. La escena se convirtió rápidamente en uno de los temas de conversación entre los seguidores de la serie. Una especie de “todo tiempo pasado fue mejor” que evoca la nostalgia y reivindica lo viejo por sobre lo nuevo.
En El Eternauta, los viejos dispositivos son los únicos que funcionan. Los celulares no andan, los autos modernos tampoco. Al principio, sólo es posible trasladarse en una Estanciera como las que Industrias Kaiser fabricaba en Córdoba.
Pero la Argentina que nos muestra El Eternauta es un país de ciencia ficción. En la Argentina real, y sobre todo en la política, lo viejo no funciona.
Así lo demuestran los resultados de las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires. El triunfo de Manuel Adorni, candidato de Javier Milei, constituye un duro revés para el PRO de Mauricio Macri. El partido amarillo perdió la hegemonía tras casi 20 años de liderazgo absoluto en la Capital Federal.
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Vale la pena analizar cómo se llegó hasta acá. A fines del año pasado, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, convocó a una conferencia de prensa para anunciar la suspensión de las PASO en la Ciudad. Según dijo, la cancelación de las primarias significaba el ahorro de unos 20 mil millones de pesos. Todo indicaba que se imponía el sentido común, pero nos quisieron vender gato por liebre.
Acto seguido, Jorge Macri anticipaba sin ponerse colorado que las elecciones legislativas de la Capital Federal se desdoblaban y en vez de votar todo en octubre, los porteños tendrían que ir a las urnas dos veces. Resultado: más gasto electoral después de un año de ajuste sobre los flacos bolsillos de los contribuyentes.
Elegir legisladores fuera del calendario electoral nacional no sólo significa un enorme despilfarro de recursos: también obliga a los porteños a emplear el día de descanso para votar. Justo en momentos en los que cada vez más argentinos se ven obligados a tener dos, e incluso tres trabajos para llegar a fin de mes. Y todo por un capricho de Jorge Macri.
Quizás eso explique en parte la bajísima concurrencia a las urnas. Sólo el 53 por ciento del padrón electoral votó. Otra muestra de que estos comicios sólo le interesaban a la clase política.
Silvia Lospennato quedó relegada al tercer lugar en una elección muy deslucida para ella. Lospennato es una buena diputada nacional, pero fue una mala candidata. Nació en la Ciudad de Buenos Aires, pero vive en provincia. Ni si quiera pudo votar por ella misma. Un papelón. Un verdadero bochorno. Las trampas de la vieja política otra vez quedaron expuestas. Lo viejo no funciona.
Javier Milei y el triángulo de hierro se vieron fortalecidos tras el test electoral en la Capital Federal. Apostaron todo o nada y ganaron. Pero no hay que contar los pollos antes de que nazcan. El verdadero partido se juega en octubre y el escenario es la provincia de Buenos Aires. En las próximas semanas se definirá si es posible una convergencia entre La Libertad Avanza y el PRO. Hoy parece improbable, pero no imposible. Habrá que ver cuáles son las condiciones de la “tabula rasa” que propuso el presidente.
En la vereda de enfrente esta vez no estará Leandro Santoro. Son Axel Kicillof y Cristina Kirchner los que esperan ansiosos una definición para hacer sus próximos movimientos. En política lo viejo no funciona. En cuestión de semanas, sabremos si para derrotarlos con lo nuevo alcanza.