Durante la Confrontación Este-Oeste, o Guerra Fría, la política en Europa Occidental se dividía entre partidarios de la Unión Soviética y partidarios de Estados Unidos. Pro-soviéticos eran los partidos comunistas, hasta que, con el Partido Comunista Italiano liderado por los hermanos Enrico y Giovanni Berlinguer, comenzó a la nacer el “eurocomunismo”, un giro crítico hacia el totalitarismo marxista-leninista y favorable a la aceptación del Estado de Derecho de la democracia liberal.
En la vereda pro-occidental estaban los nacionalismos conservadores, como el gaullismo en Francia, y las centroderechas liberales, las centroizquierdas socialdemócratas y los centristas partidos democristianos, practicando un conservadurismo moderado y un liberalismo cauto con los derechos laborales porque se inspiraban en la Doctrina Social de la Iglesia que generó la encíclica Rerum Novarum, del Papa León XIII.
La Europa de las últimas décadas incluye a los países que durante la Guerra Fría fueron satélites de la URSS organizados en el Pacto de Varsovia, mientras que todas los partidos europeos siguen divididos, pero en tres partes y con nuevos componentes ideológicos.
Hoy hay partidos pro-Rusia de Vladimir Putin, partidos pro-Donald Trump y partidos pro-Unión Europea (UE), que son anti-Rusia, anti-Putin y anti-Trump.
Desde que Putin monopolizó el poder, Rusia dejó de ser un polo comunista y se convirtió en un polo ultraconservador y ultranacionalista.
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Los partidos pro-Rusia de Putin no son los partidos comunistas, ni socialistas, ni democristianos, ni liberales, sino los partidos de la ultraderecha fortalecido por el respaldo social a sus posiciones ferozmente anti-inmigrantes, ultra-católicos y “filo-racistas”.
Curiosamente, muchas de las dirigencias pro-rusas de Europa son también partidarios de Donald Trump, o sea, no de Estados Unidos sino del líder conservador que hoy gobierna a la superpotencia occidental.
La partidocracia tradicional (conservadores democristianos, centroderecha liberal y socialdemócratas) son los partidarios de la fortalecer la Unión Europea para que pueda resistir el avance de Rusia y defenderse prescindiendo de Estados Unidos porque Trump ha roto el histórico bloque de las potencias atlantistas.
Dentro de la UE hay gobiernos quintacolumnistas, como los pro-rusos gobiernos de Hungría, Eslovaquia y Serbia, encabezados por Viktor Orban, Robert Fico y Alexandar Vucic.
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En Polonia, ganó el liberal centrista Rafal Trzaskowski por poco menos de dos puntos al conservador-nacionalista Karol Nawrocki.
Trzaskowski es un aliado del pro-Unión Europea Donald Tusk, mientras que Nawroscki es un historiador outsider de la política que contó con el respaldo del conservador partido nacional-conservador Ley y Justicia.
En las elecciones del 18 de mayo de 2025 se enfrentaron las pro-Putin y pro-Trump con los dirigentes pro-UE.
En Rumania, el candidato pro-Unión Europea Nicusor Dan habría vencido con una ventaja de al menos 7 puntos al ultraconservador-nacionalista George Simion. El gobierno rumano y las fuerzas partidarias de la UE denunciaron otra vez injerencia rusa con campañas de fake news contra los europeístas desde Telegram, plataforma creada y comandada por el ruso pro-Putin Pavel Durov.
La anterior elección fue anulada por la interferencia rusa a favor del ultranacionalista pro-Putin Calin Georgescu.
En Portugal a las elecciones legislativas anticipadas las ganó la centroderechista Alianza Democrática, del primer ministro Luis Montenegro, cuyo gobierno colapsó un año después de haber vencido al Partido Socialista (de centroizquierda) sin alcanzar la mayoría necesaria, por lo que un año más tarde colapsó al no superar una moción de confianza y debió anticipar los comicios.
Todo pare indicar que tampoco ahora alcanzaría la mayoría necesaria para gobernar en soledad, por lo que le harían falta los votos de la ultraderechista Chega. Y Chega es la versión lusitana de VOX, el partido filo-franquista español.
Por cierto, en Estados Unidos también hay pro-Europa enfrentados con los que son pro-Putin. Los primeros están en el Partido Demócrata y los segundos son el ala mayoritaria y trumpista del Partido Republicano.
También en Rusia está la grieta. El partido de Putin y sus dirigencias satélites contra los partidos que defienden el Estado de Derecho y denuncian la autocracia actual. Muchos de los dirigentes de esas fuerzas liberal-demócratas están presos, proscriptos o han muerto asesinados.