“La primera víctima” se llamó el libro en el que el australiano Phillip Knightley describió el arduo trabajo de los corresponsales de guerra desde la guerra que libraron Gran Bretaña y Rusia por Crimea entre 1854 y 1856, hasta la Guerra de Vietnam, que estalló en 1965 y culminó diez años más tarde.
Por cierto, “the first victim is the truth”. No hay guerra en la que la propaganda no haya sido una de las armas. La primera en abrir fuego y su primera víctima e la verdad. Mucho más en este tiempo en el que la sofisticación tecnológica reforzada por las redes y la inteligencia artificial. Por eso es difícil saber qué es lo que verdaderamente están mostrando estos primeros días de guerra abierta y total entre Israel y la República Islámica de Irán.
Si las imágenes no mienten y los misiles balísticos iraníes están logrando vulnerar la Cúpula de Hierro, el gobierno de Netanyahu estaría encontrando una falla grave de sus cálculos. Irán parece haber encontrado el secreto para que sus bombardeos no sean totalmente interceptados por misiles antimisiles en pleno vuelo. Y si es así, entonces los israelíes tendrán que lograr cuanto antes que sus golpes quiebren una estructura de mando militar diseñada para reproducirse de manera espontánea, o alcance la totalidad de las lanzaderas de miles balísticos de Irán, porque mientras más demore en neutralizar el contraataque del régimen chiita, más postales de Tel Avis y Haifa con paisajes de destrucción similares a los de Gaza recorrerán el mundo.
Nadie en Israel, en Medio Oriente ni en el resto del planeta está acostumbrado a ver imágenes de devastación urbana en suelo israelí, por lo tanto esas imágenes significan, por sí misma, una muestra de vulnerabilidad inesperada. En la medida en que esas imágenes se multipliquen con el correr de los días sin que Israel pueda desmentirlas, crecerá el peligro de que el gobierno de Netanyahu recurra a los arsenales nucleares. Y si una bomba atómica israelí cae sobre Irán, habrá dos consecuencias inexorables.
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Por un lado, crecerá de manera exorbitante la estigmatización de Israel y del judaísmo que están produciendo las masacres de civiles palestinos en Gaza. Israel habrá causado el primer holocausto nuclear desde Hiroshima y Nagasaki, lo que será una victoria total para la estrategia estigmatizadora que diseñó Irán y aplicó hasta ahora a través de Hamas sacrificando gazatíes bajo las bombas y el cerco a la ayuda humanitaria en la Franja de Gaza.
Por otro lado, Pakistán podría asumir el rol de vengador islámico con un ataque nuclear contra Israel. En ese punto, la India podría sumarse al conflicto atacando con sus bombas atómicas a Pakistán.
Los paquistaníes son sunitas y no especialmente amigos de la teocracia chiita iraní, pero tienen enemigos en común, como las milicias separatistas del Baluchistán, región que se extiende entre ambos países centroasiáticos. Paralelamente, el archienemigo de Pakistán, la India, ha desarrollado desde que es primer ministro nacional-hinduista Narendra Modi una relación estrecha con el gobierno de Netanyahu. Ambos gobiernos son ultranacionalistas con matriz religiosa y tienen como enemigos a estados musulmanes y organizaciones terroristas ultra-islámistas. Por lo tanto, Pakistán atacando con armas nucleares a Israel podría convertirse, no sólo en blanco de los proyectiles nucleares israelíes, sino también los que India tiene desde hace años apuntados hacia Islamabad, Karachi, Rawalpindi y Abbottabad.