¿Tienen Gran Bretaña autoridad moral para exigirle al gobierno israelí un inmediato alto el fuego en la Franja de Gaza, que permita el ingreso masivo de ayuda alimentaria y que desista de sus planes de anexar territorios palestinos en Cisjordania y en el escenario de esta guerra contra Hamas?
Desde un punto de vista, sí, la tiene, porque el estado británico fue el primero en proponer la existencia de Israel. Fue en la Declaración Balfour, en 1917. Allí el entonces jefe de Foreing Office, Arthur Balfour, propuso la creación de un Estado judío en la región de Palestina, que a renglón seguido dejaría de ser parte del Imperio otomano, derrotado en la Primera Guerra Mundial.
Esa declaración influyó en la aprobación por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas de la Resolución 181, que en 1947 estableció que Palestina debía ser el territorio de dos estados vecinos: uno árabe y el otro judío.
Esa es una de las razones históricas por la que el primer ministro Keir Starmer se atrevió a plantearle esas exigencias a Benjamín Netanyahu, con la amenaza de reconocer al Estado palestino en caso contrario.
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Si el Reino Unido reconoce al Estado palestino, se sumaría a Francia, que ya ha dado ese paso, acrecentando la posibilidad de que se produzca un aluvión de reconocimientos porque los países que lo han hecho son nada menos que dos de las tres principales potencias de Europa, que además son miembros del Grupo de los Siete (G-7) que reúne a las principales economías del mundo. Y Canadá ya anunció su intención de hacer lo mismo.
El gobierno británico describe el avance creciente de una hambruna exterminadora, sumando calamidades a una población civil con más de sesenta mil muertos y la mayor parte de las ciudades totalmente destruidas. La respuesta del primer ministro israelí es que se trata de una campaña internacional de “mentiras”, que “no hay hambre en Gaza” y que el anuncio del posible reconocimiento del Reino Unido al Estado palestino es “un premio a Hamas”.
¿Cuál de estas descripciones antagónicas es cierta, o está más cerca de la realidad? Todo parece indicar que la descripción británica sobre la situación en la Franja de Gaza es veraz, mientras que la de Netanyahu tiene porciones mínimas de veracidad.

La descripción que llevó al premier Starmer a anunciar que en setiembre reconocerá al Estado palestino no sólo es compatible con la que hacen Naciones Unidas y numerosas organizaciones humanitarias, entre ellas dos de Israel que denuncian un “genocidio” impuesto por Netanyahu a los gazatíes.
El grueso de la prensa internacional coincide en considerar una campaña falaz a la que impulsa el gobierno israelí hablando de “conspiración antisemita” para instalar en el mundo una descomunal mentira. También las iglesias cristianas de Gaza (católica, cristiana ortodoxa del rito griego y cristiana ortodoxa del rito asirio) coinciden en denunciar la hambruna en marcha, la muerte masiva de civiles y los padecimientos de ese pueblo por la guerra de Netanyahu y la criminal organización jihadista Hamás.
Incluso Donald Trump, uno de los pocos que, junto a Javier Milei, apoyan al gobierno radical que encabeza el premier israelí, acaba de reconocer a su paso por Escocia que en Gaza hay hambruna y que la gente está muriendo, desmintiendo de ese modo las afirmaciones de Netanyahu. Y la principal fuente de información del presidente norteamericano es nada menos que la mundialmente omnipresente CIA.
Del mismo modo, el gobierno británico tomó la decisión de avanzar hacia el reconocimiento del estado palestino basándose en la información del MI-6, que junto con la CIA es el aparato de inteligencia más grande del mundo, con particular penetración en Gaza y en Cisjordania porque Palestina fue Protectorado Británico y el Reino Unido mantuvo profusos vínculos en ese territorio.