El resultado fue una sorpresa sísmica. No por el derrumbe de la izquierda, que había sido anunciado por un coro unánime de encuestas, sino por el salto totalmente inesperado de un candidato centrista que los sondeos situaban en un lejano tercer puesto y acabó ganando la primera vuelta por varios puntos de ventaja.
El derrumbe de la izquierda fue descomunal y las razones están a la vista: los pésimos resultados del gobierno de Luis Arce y el activismo destructivo que tuvo Evo Morales.
Habiendo sido la razón del éxito de los gobiernos que presidió Evo Morales y de los cuales fue ministro de Economía, no se esperaba un final tan patético de la presidencia de Arce.
A la debacle de la economía boliviana, se sumó el accionar del líder cocalero, que atacó con saña al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que lo llevó al poder en el 2006 y con el que gobernó hasta su caída en la turbulencia generada por un escrutinio turbio y una acción golpista.
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También demolió la izquierda más allá del MAS, porque atacó sin piedad calificando de “traidor” a Andrónico Rodríguez, la joven promesa de la izquierda boliviana que preside el Senado. Rodríguez comenzó la campaña bien posicionado en las encuestas, pero no pudo alcanzar siquiera el tercer lugar.
Curiosamente, el rencoroso Evo Morales logró salir mejor parado de esta elección, en la que no pudo postularse porque se lo impide la Constitución. Sin figurar en las boletas, Morales logró más votos que Rodríguez y que el candidato de Luis Arce, quien muy cerca del piso del 3 por ciento dejó al MAS al borde de perder la personería jurídica. Ocurre que, con astucia, promovió el voto nulo y éste superó el 19 por ciento de los votos, quedando en el tercer lugar, por encima de Samuel Doria.
Todas las encuestas señalaban a Doria disputando con Jorge “TuTo” Quiroga la segunda vuelta, pero quien resultó más votado sin que ningún sondeo de opinión lo hubiese anticipado es Rodrigo Paz, candidato por el Partido Demócrata Cristiano (PDC).
Quedó segundo un viejo exponente de la derecha dura, que inició su carrera política con el general Hugo Bánzer, quien había derrocado al presidente Juan José Torres y encabezado una dictadura militar, pero luego fue legitimado en las urnas.
Bánzer murió un año antes de completar su mandato y fue su vicepresidente Jorge Quiroga quien lo remplazó en la presidencia.
Muchas veces intentó recuperar la presidencia en las urnas, pero nunca lo logró. Y nunca estuvo tan cerca como ahora, aunque es probable que el batazo que dio Paz sea su cisne negro.
Fue sorpresivo que Paz fuese el más votado y también que ese resultado implicará el regreso al primer plano de una expresión latinoamericana de la democracia cristiana. En Europa y en Latinoamérica, que ha sido su biósfera en el siglo 20, llevan décadas languideciendo. Pero en Bolivia quedó cerca de llegar a ser gobierno el PDC, lo cual en sí resulta novedoso.
Rodrigo Paz es el hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), quien encabezó un gobierno centroizquierdista. También desde la centroizquierda, Rodrigo Paz ocupó bancas legislativas y fue alcalde de Tarija. Pero en los últimos años se desplazó hacia el centro de la mano del ex presidente Carlos Mesa, y desde allí está cerca de alcanzar el cargo que había ocupado su padre.
Las urnas dirán en octubre si el próximo presidente de Bolivia es de centro o es de una derecha de bastante intensidad. Lo segundo, colocaría Bolivia en la vereda de Javier Milei, Nayib Bukele y Donald Trump, entre otros. Pero si el ganador es Paz, resulta difícil saber en qué vereda se situará, aunque es seguro que no será donde la habían colocado Evo Morales y Luis Arce.