Que la cadena ABC levantara el programa de Jimmy Kimmel, por presión de la Casa Blanca, muchas voces norteamericanas calificaron el hecho como un paso más en dirección a la autocracia.
El popular conductor había cuestionado la interpretación del asesinato de Charlie Kirk que estaba difundiendo la administración Trump y figuras relevantes de la vereda ultraconservadora. El titular de la Comisión Federal de Comunicación, Brendan Carr, calificó de “comentario enfermizo” al pronunciado por Kimmel, y a renglón seguido la Cadena ABC anunció que clausuraba indefinidamente el programa.
Como Brendan Carr y Donald Trump son política e ideológicamente simbióticos, la voz del titular de la FCC (por sus siglas en inglés) es normalmente considerada la voz del presidente norteamericano. Por eso se considera que la cadena ABC actuó bajo presión de la Casa Blanca. Interpretación por demás lógica si se tiene en cuenta la demanda millonaria que la Casa Blanca hizo al diario The New York Times por comentarios críticos de dos de sus periodistas.
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Recientemente, el conductor de un programa de Fox News sugirió que había que matar a los homeless con problemas mentales. Brian Kilmeade y sus compañeros Ainsley Earhardt y Laurence Jones, comentaban el asesinato de una joven inmigrante ucraniana por un homeless en un tren de Carolina del Norte. Fue entonces cuando Kilmeade sugirió que la gente en situación de calle que tenga problemas mentales debía ser asesinada.
El comentario del periodista fue tan monstruoso como el crimen en el tren, pero la Casa Blanca y el titular de la FCC no dijeron nada, por lo que a Kilmeade le alcanzó con una disculpa para seguir al aire.
Kimmel no tuvo la misma suerte, a pesar de que su comentario no tenía nada de cruel y bestial. Por el contrario, señalaba lo que incluso muchas voces en el Partido Republicano, están diciendo: Trump está llevando a Estados Unidos por una senda que conduce a la autocracia, y está alentando cacerías de brujas y enfrentamientos entre norteamericanos. Lo que no le perdonó la Casa Blanca fue poner en evidencia la frívola negligencia de Trump. Al recibir la condolencia de un periodista que, un día después del asesinato de Charlie Kirk, le preguntó cómo se sentía, el magnate neoyorquino dijo que “muy bien porque está empezando la construcción de un salón de baile” en la Casa Blanca.
El presidente estaba en Londres cuando clausuraron el programa de Jimmy Kimmel y en el acto felicitó a la cadena ABC y sugirió a otra cadena, News NBC, que haga lo mismo con Seth Colbert, un conductor que también es crítico del movimiento Maga y su líder.
Ambos han señalado que los ultraconservadores y el presidente utilizan el asesinato de Kirk para avanzar con la censura y la persecución política. Una sospechada para nada descabellada. En 1973, cuando la ETA asesinó al jefe del gobierno autoritario Luis Carrero Blanco, el general Francisco Franco se valió de ese crimen para incrementar la censura y la persecución política a los disidentes. Por cierto, Franco era el dictador de España, mientras que Trump es el presidente de una democracia, a la que parece decidido a reemplazar por una autocracia similar a la que impera en Rusia.