Los mercados financieros son hipersensibles y muchas veces oscilan de manera histérica, pero en el caso del salvataje que Donald Trump quiere darle al atribulado Javier Milei, lo que provoca un subibaja que da vértigo es la falta de claridad.
En las últimas horas, el titular del Tesoro dijo algo que hizo subir las acciones y los bonos, pero poco más tarde dijo otra cosa (que Estados Unidos no va a poner plata en Argentina) y las acciones y bonos volvieron a desplomarse.
En todo caso, lo único claro es que el jefe de la Casa Blanca quiere lanzar un salvavidas a Milei para que pueda llegar sin hundirse a las elecciones del domingo 26. Y que los gestos recientes y los que vendrán ahora no son un premio, sino un salvataje. Obvio, si te tiran un salvavidas es porque te estás ahogando.
Milei, sus funcionarios y sus voceros mediáticos describían el swap del tesoro como si fuera un premio. Pues, evidentemente, no lo premian sino que intentan rescatarlo de una deriva con peligro de naufragio.
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A la pregunta de si le habían planteado condiciones, como devolver el swap chino que está en las reservas del Banco Central, el presidente argentino respondió con una enfática negación. Y es posible que, en el primer encuentro que consiguió para que lo socorrieran en la antesala de la crucial elección legislativa, ni Trump ni el secretario del Tesoro Scott Bessent ni el secretario de Estado Marco Rubio mencionarán condiciones. Pero, por cierto, las había, y ahora empiezan a quedar a la vista.
Una de esas condiciones es que haga cambios en su gabinete, lo cual implica que la Casa Blanca considera que el gobierno de Milei no funciona bien, no tiene buenos ministros, o le sobran inútiles que carecen de capacidad para una buena gestión. En lugar de orden interno, lo que ve Washington dentro del gobierno de Milei es caos.
En los despachos de la Casa Rosada ya se habla de que habrá reemplazos en el gabinete después de la elección legislativa. Por tanto, esa condición aparentemente será cumplida.

La otra condición es más difícil y tiene que ver con objetivos geopolíticos de Trump: que Argentina comience a reducir su relación económica con China y que devuelva el swap chino que tiene en sus reservas. Así planteada, esa condición no fortalece las reservas argentinas, sino que las deja igual, porque implica reemplazar un swap por otro, en lugar de sumarlos.
Si Milei acepta devolver a China el swap que tiene de 18.500 millones, para obtener los 20 mil millones del Tesoro norteamericano, habrá agregado una cantidad insignificante en relación a lo que necesita exhibir para calmar los mercados y frenar la sangría de dólares que sufre diariamente el Banco Central. No es una suma sino un cambio que deja la misma cifra, en lugar de incrementarla.
¿Por qué entonces el swap del Tesoro mantendría en calma los mercados, si pronto sabrán que a la llegada de ese dinero a las reservas la sucederá la salida del mismo monto?
Probablemente el beneficio para el gobierno argentino esté en el plazo que le den para devolver el swap chino y reducir al máximo la presencia de China en la economía argentina. Quizá, ese lapso permita la calma que lo ayude electoralmente el domingo 26. Pero en algún momento se verá que no es lo mismo sumar que reemplazar.

Una de las sugerencias positivas que recibirá Milei en su próximo viaje a Washington a pedir más ayuda, es que abandone su política de confrontación extrema y se deje de insultar y humillar con particular ensañamiento a las dirigencias de centro y centroderecha que habían querido ayudarlo y le dieron gobernabilidad, para que las reformas que reorientan la economía argentina se apoye en consensos y no en imposiciones de un gobierno con minorías escuálidas en el Congreso. Sería muy bueno que Washington logre que Milei reemplace la agresión por el diálogo y la negociación para construir consensos con la oposición y un clima político y social sereno para atraer inversiones.
A pesar de tener más ego que inteligencia y carecer de no estar rodeado por expertos de primer nivel sino por aduladores y fanáticos, es posible que Trump tenga en claro que las derrotas de Milei en las urnas de las provincias de Corrientes y Buenos Aires, así como el tembladeral financiero que sacude la Argentina, no se deben al “efecto kuka” (miedo de que el kirchnerismo gane las legislativas) como dice el presidente, sino a la cantidad de estropicios y negligencias con que se auto-saboteó hasta quedar medio grogui por los cachetazos recibidos en las urnas y en las votaciones del Congreso. Por lo tanto debe condicionar la ayuda a que se deje de insultar y humillar, y se dedique a construir consensos para garantizar las reformas y su continuidad en el tiempo.
También deberían exigirle que saque de su entorno a personajes tan violentos y tóxicos como José Luis Espert, sospechado de haber sido financiado por el narcotráfico; que arme listas de candidatos con personas idóneas y que lleve al Congreso lucidez y pragmatismo, en lugar de obsecuentes y fanáticos sin inteligencia ni conocimientos ni decoro.