Hacía rato que los argentinos no votaban dos elecciones seguidas en el mismo sentido. Casi 10 años.
El dato es incontrastable: el proyecto libertario de Javier Milei ha sido ratificado en las urnas.
Las razones de ese voto pueden abarcar los más variados enfoques. Los que no querían que el país estallase por los aires y entrase en una crisis de gobernabilidad; los que se asustan por la posibilidad de regreso del kirchnerismo; los que sostienen que hay que apoyar lo elegido hace dos años más allá de errores y falta de resultados; los que están de acuerdo con los trazos gruesos de la marcha del gobierno.
Puede que ese 40 y pico por ciento de argentinos que votaron La Libertad Avanza tenga una o varias de esas motivaciones, incluso otras.
Lo cierto es que los votos son como los goles. Valen uno más allá de la forma que se haya gestado la jugada previa.
Milei tiene garantizada una gobernabilidad que hace unos meses estaba en riesgo. Tal vez haya aprendido la lección y sepa que los mandatos no son eternos, pueden tener una alta volatilidad y debe ser cuidado.
En el discurso de anoche, pareció haber tomado nota.
El presidente ha logrado ratificar liderazgo después de meses más que complejos, donde no hay casi nada que no pueda achacarse a errores propios.
La elección de este domingo no le dio mayorías en ambas cámaras del Congreso pero le deja un holgado tercio y la posibilidad de volver a aquellos acuerdos de los primeros meses de gestión.
El respaldo popular le abre las puertas a algunas reformas que parecían impensadas hasta hace unos meses, más allá de tener o no escaños propios.
Además, el resultado deja a la oposición en estado deliberativo. El peronismo sigue sin definir un liderazgo claro. Después de aquella victoria bonaerense que puso Axel Kicillof como el principal referente opositor, la derrota en el principal distrito abre todo tipo de interrogantes.
Se vienen los tirones entre Kicillof, Cristina Fernández desde la prisión domiciliaria, Sergio Massa y algunos otros gobernadores del peronismo.
Derrota cordobesa
En Córdoba, se ratificó una tendencia de varias elecciones nacionales, que es ir con las propuestas lo más alejadas del kirchnerismo.
El triunfo mileista con un candidato ignoto como Gonzalo Roca pone a La Libertad Avanza y sus aliados como actores políticos centrales en la escena provincial.
Porque si bien era una elección nacional, y la discusión era nacional, el gobernante peronismo cordobés jugó muy fuerte con una de sus principales figuras como Juan Schiaretti y le fue muy mal.
Es una derrota para el PJ cordobés que abre una serie de discusiones para adentro.
El proyecto de Provincias Unidas ha fracasado. La avenida del medio se ha vuelto a hacer angosta ante las urnas.
Urnas que también dejaron un fuerte llamado de atención para las gestiones de Martín Llaryora y Daniel Passerini.