La lección universitaria virtual es una vertiginosa sucesión de datos falsos y simplificaciones banales de asuntos complejos. Una exhibición obscena de ignorancia y prejuicios para abordar un amplio abanico de hechos históricos: el conflicto en medio oriente, las campañas electorales de Estados Unidos, la crisis alemana de entreguerras, el fenómeno del nazismo y el Holocausto.
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El pastiche antisemita desplegado en la clase de Política Internacional de la Universidad Siglo 21 se viralizó y llegó a captar la atención de medios internacionales. Tras el escándalo, su autor, el profesor Esteban Lizondo, fue desvinculado de la institución. Conserva la posibilidad de difundir su ideario filonazi en los colegios secundarios en los que ejerce la docencia.
La avaricia judía
El profesor enuncia un disparate tras otro, siempre pivoteando con el mito medieval antisemita del judío avaro. Afirma que "no hay un judío pobre" y ofrece su aguinaldo como recompensa a quien encuentre uno. Enseguida se arrepiente y aclara que no piensa compartir su salario anual complementario. Lizondo encarna así una patética contradicción: ante sus alumnos es tan avaro como, según su difamatorio señalamiento, lo serían los judíos.
Segundos después lanza otro bizarro desafío a los estudiantes: "Andá a pelearle plata a un judío". La acusación de avaricia queda matizada segundos más tarde por los elogios a una imprecisa habilidad para hacer negocios que mostrarían, según él, los judíos.
Para explicar fenómenos muy distantes en el tiempo y en la geografía encuentra un comodín: la plata de los judíos.
Así, el profesor explica con seguridad que la creación del Estado de Israel fue una concesión al “lobby sionista” a cambio de dinero. Esa sería también la clave de "las campañas norteamericanas".
Se percibe su goce al celebrar los comentarios antisemitas que anima en los alumnos: "¿Qué es lo que tienen para ofrecer los judíos? Eso Valen!", festeja a una estudiante que dio la respuesta a la que él inducía. "Ni más ni menos, plata", cierra, convencido.
El profe piola
En sus únicas declaraciones públicas después del escándalo, el docente afirma que "la frase se sacó de contexto", y que en sus clases busca la "empatía, ser ameno y entretenido". Se ve que en ese afán renuncia a toda noción de rigor, de precisión histórica, de información veraz.
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Entrevistado en la FM de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba, Lizondo se victimiza. Cuenta que pasó un pésimo fin de semana, que tuvo que cerrar sus cuentas en redes sociales. Apunta contra quien difundió el contenido de la clase que se terminó viralizando: "busqué comunicarme con ella y no pude", dice en referencia a una alumna, a la que tendría identificada como responsable de la viralización de su penosa exposición.
Por las muestras de apoyo que le transmitieron en una despedida virtual muchos estudiantes, cierra la entrevista autocomplaciente: "Si los alumnos me devuelven ese feedback, quiere decir que soy un buen profesor".
Programas de estudio
El episodio del docente Lizondo podría ser mucho más que una anécdota aislada. El desparpajo al promover el antisemitismo entre sus alumnos, quizás estimulado por cierta sensación de intimidad que brinda el Zoom en esta cuarentena, echa luz sobre un fenómeno amplio e inquietante.
¿Su mirada sobre las diferencias entre árabes e israelíes es compartida por sus pares? ¿Este tipo de contenidos son avalados por sus colegas universitarios? En muchos círculos es frecuente el rechazo hacia Israel, la versión políticamente correcta en las últimas décadas del ancestral antisemitismo.
Casualmente, o no, esos círculos anti-israelíes reivindican en su mayoría al régimen de la Venezuela de Chávez y, acá en la Argentina, proclaman como su principal referente político a Crsitina Fernández de Kirchner, que en varias ocasiones expuso públicamente ideas conspirativas emparentadas con las del profesor antisemita. Sobre todo tras el pacto con Irán para ofrecer impunidad a los acusados por el atentado a la AMIA. En ese punto es marcado el contraste con el actual presidente Alberto Fernández, que eligió como destino inaugural de su gestión al Estado de Israel.
El de Medio Oriente es un conflicto muy complejo, que exige un tratamiento serio. Aseverar "pedazo de regalo que les dieron a los judíos!", como exclama el profesor Lizondo, implica un desconocimiento completo de las circunstancias en las que las Naciones Unidas avalaron la constitución de Israel, junto a un nuevo Estado árabe, en el territorio administrado entonces por los británicos. Aquel aval de Nacionaes Unidas al reconocimiento de Israel como Estado contó con el apoyo del bloque socialista lideraro por la Unión Soviética. Qué pasó en la región antes y después. Cuándo hubo guerras y cuándo no. Cómo se resolvieron. Cuántos cambios se registraron en esas fronteras y por qué. Qué procesos migratorios se dieron. Cuáles son las características, políticas, económicas y culturales de las sociedades involucradas en el confllicto. Información veraz sobre esos y otros puntos clave es lo que los alumnos merecen recibir.
Es cierto que a la hora de buscar empatía con los alumnos, es un recurso lógico mencionar producciones de Netflix. Pero hay opciones mucho más pertinentes que Poco Ortodoxa, la serie mal citada como "documental" por Lizondo. Serie que, no está demás recordar, fue realizada en su mayoría por integrantes de la heterogénea cultura judía, muchos de ellos israelíes. Y cuya mención en la clase del escándalo no viene a cuento de nada. Una cita absurda que no hace más que exponer el despiste del profesor en lo que respecta al conflicto en Medio Oriente.