Mientras el presidente de Rusia rompía el aislamiento del líder norcoreano y lo recibía con grandes honores en el cosmódromo de la ciudad rusa de Vostochni, en Armenia se abrazaban en ejercicios militares conjuntos los ejércitos armenio y norteamericano.
Entre brindis y platos de esturión, Vladimir Putin pedía a Kim Jon-un que provea al ejército ruso proyectiles anti-tanques y otras municiones que están escaseando para combatir en la invadida Ucrania. Desde Ereván, el primer ministro Nikol Pashinian se convirtió en el primer gobernante armenio en considerar “un error estratégico” que la seguridad de Armenia dependa de Rusia.
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Esas palabras explicaban los primeros ejercicios militares conjuntos con fuerzas de Estados Unidos en el territorio del país transcaucásico.
Zar y Armavir son dos localidades cercanas a Ereván, donde hay campos de entrenamiento militar. Allí realizan sus primeros ejercicios militares conjuntos tropas armenias y norteamericanas.
Eagle Partner 2023 es el nombre de estas maniobras que impactaron como un misil en el Kremlin. Ocurre que por primera vez hay fuerzas de los Estados Unidos en Transcaucasia, una región que formó parte de la Unión Soviética y a la que Rusia siempre consideró su patio trasero.
Para Moscú, que Armenia haya invitado al ejército norteamericano, que es columna vertebral de la OTAN, la coalición que sostiene con armas, municiones y adiestramiento al ejército ucraniano, equivale a traicionar la vieja amistad entre ese país y Rusia.
Un vínculo que se remonta a las postrimerías del siglo XIX, cuando los armenios encontraron en Rusia apoyo y refugio para sobrevivir a los pogromos y masacres que comenzaron a sufrir en Anatolia bajo el reinado del sultán Abdul Hamid II.
Muchos armenios apoyaron al ejército de los zares cuando se enfrentó al Imperio Otomano al estallar la Primera Guerra Mundial. Veían en Moscú la posibilidad de independizarse. Y colaboraron con la revolución bolchevique, mientras el régimen de los Jóvenes Turcos continuaba ejecutando el genocidio armenio.
Stepan Shaumián fue un combatiente armenio que aportó su lucha contra el zarismo y, en su honor, se bautizó con su nombre a la capital del Oblast de Nagorno Karabaj, llamándola Stepanakert.
Ese territorio está habitado por armenios desde los tiempos remotos del imperio aqueménida y, entre el siglo III antes de Cristo y el primero de la era cristiana, fue parte del antiguo Reino de Armenia. Pero Stalin lo puso bajo soberanía de Azerbaiján, quedando como un enclave territorial armenio dentro de un Estado turcomano y musulmán.
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La amistad entre Moscú y Ereván continuó tras la disolución de la URSS y benefició a Armenia durante el conflicto con Azerbaiján, que estalló en 1988 y concluyó cinco años después con el triunfo armenio y la proclamación de Artsaj como territorio independiente de Bakú.
Pero la deriva del jefe del Kremlin lo alejó de los armenios, posibilitando el triunfo de la ofensiva azerí en el 2020 y, ahora, el bloqueo genocida que Ilhan Aliyev está aplicando en el corredor de Lachin.
La soledad de Armenia frente al amenazante eje Bakú-Ankara explica el arribo de tropas norteamericanas a Transcaucasia y las maniobras conjuntas que, junto a efectivos del ejército local, realizan en territorio armenio.
Estas maniobras militares implican casi un acto de ruptura con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), versión euroasiática de la OTAN que integran Rusia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizia, Armenia y Tadyikistán.
+ Tropas norteamericanas en Armenia.
Los armenios rechazaron estar en los últimos ejercicios militares de la OTSC y ahora sacuden al Kremlin recibiendo tropas norteamericanas. El desaire armenio a Rusia tiene que ver con la inacción de Putin hace tres años, cuando Azerbaiján inició un ataque sobre Nagorno Karabaj, contando con masivo apoyo de Turquía, mientras que Armenia no logró que Moscú actuara ni que se activara el mecanismo defensivo de OTSC.
En esa última guerra, los armenios perdieron territorios aledaños al enclave que habían puesto bajo su control en el anterior conflicto armado. Más grave aún, perdieron parte de Nagorno Karabaj, incluida Shusha, la segunda ciudad más importante y poblada.
Rusia no hizo nada por detener las acciones militares y recién reaccionó cuando Azerbaiyán se había apropiado de buena parte del territorio. Putin dejó hacer y decidió imponer un alto el fuego y enviar fuerzas rusas de interposición cuando ya era demasiado tarde para los armenios. A eso suma que, desde hace meses, no hace nada para que Azerbaiján levante el bloqueo que aplica en el corredor de Lachin, única vía terrestre que une Armenia con Nagorno Karabaj. Con Lachin bloqueado, los habitantes de Stepanakert padecen escasez de alimentos y medicamentos. La prolongación del bloqueo en el tiempo demuestra la intención azerí de expulsar a los armenios que aún quedan en Nagorno Karabaj, o matarlos de hambre y enfermedades.
La sombra de un nuevo genocidio armenio merodea las montañas y valles transcaucásicos, pero Moscú no reacciona.