A esta altura del partido hay cosas que resultan difíciles de comprender desde la lógica y el sentido común: ¿cómo es que, de un día para el otro, el Negro Álvarez pasó de ser un cómico muy querido a un machista y misógino que fomenta la violencia de género?
La explicación tal vez haya que encontrarla en la locura que nos ha invadido, donde en un tiempo récord se ha pasado a descalificar a cualquiera con una bandera sexista que no tiene que ver con el feminismo bien entendido, si no con un grupo ultra que le pone un rótulo a todo.
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De repente, un tema tan sensible como la violencia de género, que es una epidemia en esta sociedad, le sirve a los intolerantes para desvirtuarlo y cargarle en la mochila de cualquiera el rótulo de homofóbico y una serie de comentarios despectivos, que algunos escondidos en las redes y otros en cámara se atribuyen defender con exclusividad.
Para que quede en claro, condeno desde ya la violencia de género, pero no acepto que se transforme en trivial el tema acusando a un humorista de fomentarla por un cuento. No es serio. Con ese criterio no podrían hacer más humor, o una comisión de entendidos conformada por cibernautas y periodistas especializados en espectáculos y demás yerbas deberían decirle a cómicos, cuentistas y cantantes sobre qué tema se puede hablar.
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Por ejemplo, el cuento mas exitoso y pedido al Negro Álvarez conocido como Don Abraham debería prohibirse. También deberíamos impedir cuentos sobre judíos, gallegos, gordos, pelados y negros, porqué en caso de ser contados habría que denunciarlos de inmediato en el Inadi. ¿Hasta ese punto hemos llegado? Y es que parece que algunos seriamente creen que alguien después de escuchar al Negro Álvarez va a denigrar a una mujer, lo cual resulta por lo menos insensato.
Afortunadamente, los tiempos han cambiado y la sociedad tolera cada vez menos a los violentos, tengan el sexo que tengan que tengan, y lo que quedó de manifiesto después del ataque absurdo al Negro Álvarez es que los que antes se callaban por temor a ser calificados de machistas, solo por no subirse al carro de los militantes ultras, han salido a decir basta.
Es llamativo, porque los mismos que ponen en la hoguera al Negro Álvarez celebran las letras de Maluma y de varios reguetoneros, cuyas canciones podrían resultar más ofensivas para los buscadores de machistas que los cuentos cordobeses.