Estimado señor Presidente:
Lo escuché justificar el aumento retroactivo del gas diciendo que hay que pagar lo que vale la energía. Insisto en que esa frase ignora decir que hay muchos argentinos que no pueden pagarla.
Lo que ahora quiero pedirle es que reflexione sobre un concepto que usted esbozó en campaña y que sostuvo ya en el gobierno: que había llegado para cambiar las cosas. Una de ellas, creo yo, con todo respeto, es que a los platos rotos los pagamos siempre los mismos.
Señor presidente, aumentar la tarifa del gas de la manera que aumenta para dejar de pagar subsidios e intentar cumplir con el déficit cero no es cambiar las cosas. Al contrario. Es hacer la de siempre, la más fácil. Firmar un decreto para que paguen todos. La más difícil es ponerse con el lápiz y empezar a tachar, de a uno, los casos aberrantes de dineros públicos que se dilapidan. La enorme cantidad de jubilaciones de privilegio, la obscena cantidad de ñoquis que no van nunca a trabajar y cobran sueldos altísimos en el Estado, la cantidad de parientes de diputados, senadores, jueces y funcionarios que cobran sueldazos improductivos. Los beneficios sociales que se pagan por triplicado o cuadruplicado, ingentes sumas de dinero que no van a parar a manos de quienes los necesitan.
Hace tres años que gobierna, señor presidente, y si se hubiera puesto desde el minuto uno con el lápiz, quizás buena parte del trabajo estaría hecho y podría evitarse esto que hacen todos, usted lamentablemente también: cazar en el zoológico.
Cuando usted decide no corregir el sistema regresivo de impuestos como había prometido, emprolijar el desaguisado del impuesto a las ganancias, eliminar el impuesto al cheque, lo que hace es que sigamos pagando justos por pecadores, cobrarle más a los que siempre pagamos en vez de hacerles pagar alguna vez a los que nunca pagan. Cuando no se aumentan como corresponden los sueldos de la administración, les está haciendo pagar a los empleados laboriosos y fieles la culpa de los que no van jamás a trabajar y lo mismo cobran.
Hay cientos de ejemplos como ese, señor Presidente, y usted lo sabe. Ahora anda a las apuradas a ver a dónde ajusta para llegar al déficit cero. Y como no le sobra tiempo vuelve a la de siempre: que los usuarios paguen de golpe mucho más el gas, la luz, el agua, el transporte, que los de siempre sigan cargando la terrible mochila de los impuestos inequitativos.
Cuando yo iba a la secundaria, en el Industrial, teníamos una materia de taller que se llamaba ajuste. Nos daban una pieza de hierro o material parecido y a fuerza de limar teníamos que hacer un dado o un martillo, con las caras planas y a escuadra. Ajustar era, entonces, hacer lo debido para un acabado perfecto. Usar la lima con delicadeza hasta que todo estuviera como debía estar. Ajustar no era agarrar una lima gruesa y sacudirle a la pieza para dejar la mayor cantidad de viruta posible. Es más, si hacíamos eso nos llevábamos a rendir la materia.
Estimado presidente, por favor, haga lo que prometió, empiece a cambiar las cosas.
Esta columna fue publicada en el programa Córdoba al Cuadrado de Radio Suquía – FM 96.5 – Córdoba – Argentina