El imán que atraía a las estrellas de Hollywood, al jet set empresarial y a los políticos poderosos, se transformó en una maldición para todos los que tuvieron algún tipo de vínculo con él.
Los documentos del “caso Epstein” empezaron a supurar a borbotones nombres de astros del cine, archimillonarios, celebridades de distintos rubros y, por cierto, protagonistas del escenario político norteamericano.
Ocurre que el magnate financiero Jeffrey Epstein era un adicto al sexo con adolescentes que convirtió su repugnante perversión en un negocio y un instrumento de poder. Desde la primera denuncia, planteada en el 2005 por abusar de una niña de 14 años, a las que sumaron en los siguientes años por pagarle a adolescentes para que le hicieran “masajes” en su mansión de Palm Beach, hasta la que en el 2019 lo llevó a la prisión en Nueva York por “tráfico sexual de menores”, Epstein fue acrecentando exponencialmente sus relaciones con famosos, millonarios y poderosos de todo tipo.
Además del probado caso de abuso de una menor en una mansión de Epstein por parte del príncipe Andrés, hermano del actual rey británico, la erupción de los documentos derramó hasta ahora nombres como Bill Clinton, Donald Trump, Leonardo Di Caprio, Tom Hanks, Cameron Díaz, y el célebre científico Stephen Hawking, entre tantos otros.
Por cierto, aparecer mencionado en documentos referidos a un millonario que llevaba largas décadas relacionándose con todos los jet sets, no necesariamente prueba que hayan accedido al servicio de sexo con púberes y adolescentes que ofrecían él y su esposa, Ghislaine Maxwell. Pero salpica porque desata suspicacias y sospechas por doquier. Sobre todo en casos como el del ex presidente Clinton, que estuvo en el centro de dos escándalos sexuales: el caso Paula Jones, cuando era gobernador de Arkansas, y el caso Mónica Lewinski, cuando estaba en la Casa Blanca.
La lista es una caja de Pandora que seguirá lanzando nombres que causarán tembladerales.
La política norteamericana, como es común en el mundo, está plagada de escándalos sexuales. Pero hasta la segunda mitad del siglo 20, los casos se conocían cuando sus protagonistas ya estaban muertos y sus biógrafos o historiadores escribían libros destapándolos.
+ MIRÁ MÁS: Desclasificaron documentos relacionados al magnate acusado de pedofilia
El primero fue George Washington, el primer presidente de Estados Unidos, uno de cuyos biógrafos reveló que tenía por amante a la esposa de un amigo. Los casos de relaciones con esclavas menores poblaron el primer siglo y medio de la historia norteamericana. El más resonante fue a la vez el primer escándalo hecho público en tiempo real: la relación de Thomas Jefferson con una de sus esclavas. En el siglo 19, hubo denuncias contra presidentes por violación, como el caso planteado por una mujer contra el presidente Grover Cleveland, quien logró hacerla pasar por loca.
En el siglo 20 hubo casos que parecen de comedia cinematográfica. Como el de Warren Harding, presidente que, en los años 20, tenía relaciones con su secretaria dentro de un armario que estaba en el Despacho Oval, para no ser descubierto si alguien ingresaba sorpresivamente en la oficina presidencial.
Otro presidente republicano, el general Ike Eisenhower, había tenido por amante a su asistente y chofer irlandesa durante la Segunda Guerra Mundial, en la que fue el principal arquitecto de la victoria aliada.
En la lista de presidentes que tuvieron sexo en el Despacho Oval de la Casa Blanca, también está el demócrata Lindon Jhonson, quien fue descubierto por su mismísima esposa en pleno acto sexual con su secretaria. Y antes que aquel mandatario, otro presidente demócrata, Franklin Delano Roosevelt, tuvo durante años como amante a la secretaria de su esposa, la popular Eleanor.
Harding era republicano y ostento el récord de amantes hasta que apareció John Kennedy y batió todos los records con la larga lista que encabezó Marilyn Monroe.
Pero todos esos casos, con excepción del escándalo que implicó a Jefferson, se conocieron mucho después a través de libros de biógrafos e historiadores. Los escándalos sexuales en tiempo real empezaron con el demócrata Gary Hart, quien quedó fuera de la campaña electoral para las elecciones de 1988, al descubrirse que mentía sobre una relación extramatrimonial con la voluptuosa modelo Donna Rice.
El más resonante de los escándalos tuvo por protagonista a Bill Clinton, primero denunciado cuando era gobernador de Arkansas por una empleada de la gobernación, Paula Jones. Y después por el resonante “caso Mónica Lewinsky”, durante su segundo mandato presidencial.
También Trump estuvo en el centro de escándalos que derivan en procesos judiciales, como el pago con fondos de campaña que hizo a la actriz de cine porno Stormy Daniels por guardar silencio sobre las relaciones sexuales pagadas que había tenido con ella. Ese escándalo estalló cuando ya eran más de veinte las mujeres que sumaban acusaciones contra el magnate neoyorquino por acoso sexual y por agresiones sexuales.
Salvo las acusaciones a Trump y la denuncia que Paula Jones no pudo probar en los tribunales, los casos que aparecen en varios libros constituyen escándalos sexuales, pero no delitos.
Esa es la diferencia con el caso Epstein. De los mencionados en los documentos que están saliendo a la luz pública, muchos pueden haber sido clientes de los servicios sexuales que ofrecía ese magnate financiero, cobrando por ellos o adquiriendo poder extorsivo sobre sus poderosos clientes. Y los servicios en cuestión, así como el silencio cómplice sobre ese tráfico sexual, constituyen delitos por tratarse de adolescentes.