En la mañana de Jueves Santo, cuando el móvil de Arriba Córdoba mostraba las colas desde las 6 de la madrugada para comprar pescado en el Mercado Norte, me preguntaba por qué sólo hay una explosión de consumo de este producto para esta festividad.
Ya sabemos la raíz religiosa de una celebración que ha mudado en otra cosa, pero mi interrogante es por qué razón no mantenemos alto el consumo de pescado durante todo el año.
Se entiende que en una ciudad que está a más de mil kilómetros del mar hay dos cuestiones de importancia: el precio y las dudas sobre la conservación. Pero tenemos grandes pescaderías de años de trayectoria, especialistas en mantener en condiciones adecuadas el producto, además de nuestras lagunas y embalses que algo nos proveen de pescado.
+ MIRÁ MÁS: Los recuerdos del “mejor vitel toné del mundo”
De los beneficios de incorporar el pescado y los mariscos a nuestra alimentación habitual se ha dicho mucho. Repasemos: es saludable, de fácil digestión, ayuda a perder peso porque aporta pocas calorías, antioxidante, ayuda a bajar colesterol, mejora el funcionamiento del sistema circulatorio, ayuda al fortalecimiento de los huesos y al crecimiento de los niños, entre otros.
Además, y a diferencia de lo que se cree, el pescado es de rápida cocción y, salvo algunas recetas muy específicas, es de preparación sencilla.
Ya sé lo que está pensando. Todo muy lindo pero como pescado y no me llena como la carne. Es probable que tenga razón pero recuerde siempre que en la diversidad se resuelve la vida, y eso también es clave en la alimentación.
+ MIRÁ MÁS: El Messi cordobés de los chef
Además, tener en cuenta que es mucho más fácil la digestión del pescado. Una cosa es irse a dormir con un churrasco en el estómago y otra con una brótola grillada. Hagan la prueba.
El tema de las cantidades inevitablemente lo atamos con los precios a la hora de decidir nuestro menú semanal.
También en Arriba Córdoba esta mañana te mostrábamos los precios y las cantidades sugeridas para calcular pescado y mariscos por persona, siempre sobre el criterio que sea un plato único con guarnición y variando según los apetitos.
+ MIRÁ MÁS: El dulce y ácido encanto del quinoto
Para hacer que el pescado rinda más, una forma es apanarlo (con huevo y pan rallado o harina), otra es escabecharlo (con verduras) o elegir otras preparaciones como el chupin, que son capas de pescado intercaladas con verduras guisadas, salsa y hasta puede ser queso.
El secreto del pescado es que no quede sobrecocinado porque pierde todos los sabores ni crudo porque puede ser desagradable, salvo que forme parte de una maceración como el cebiche.
Se lo puede comer grillado, frito, al horno, guisado. En los dos primeros casos, recuerden que son unos pocos minutos de cada lado y al plato.
Sea por tradición religiosa, devoción o simple costumbre, comamos pescado en Semana Santa pero mantengamos el hábito todo el año.
Buen provecho.