En decenas de cuadras de varios barrios alejados del centro de Córdoba el terreno ya estaba preparado. Habían pintado la calle delimitando los espacios de estacionamiento e instalado los carteles con información sobre los horarios de cobro y las vías de contacto para las consultas. El desembarco de los naranjitas oficiales era inminente. Sin embargo, a último momento, la protesta de unas pocas decenas de vecinos de Cofico frenó todo: la ampliación del área donde rige el estacionamiento controlado quedó en suspenso. Las autoridades municipales pusieron el freno asegurando que las nuevas cuadras ya estaban contempladas en viejas ordenanzas y que sólo buscaban ordenar este frente. Y que las definiciones surgirían de un debate con los vecinos afectados.
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También en este tema, en la ciudad de Córdoba impera históricamente el descontrol. Desde hace décadas, los "cuidacoches" se fueron adueñando de cientos de cuadras, la mayoría integrados en asociaciones informales con estructuras verticales atravesadas por intereses comerciales y políticos. Son raros los casos de cuentapropismo. El naranjita promedio de Córdoba cobra el estacionamiento donde lo autoriza un jefe y entrega una comisión a cambio. Un submundo donde abundan los punteros políticos, los barrabravas y los líderes piqueteros, roles no excluyentes.
Esas redes empezaron a ser oficializadas por la Municipalidad hace 15 años, cuando se les concedió formalmente el cobro del estacionamiento en cuadras fuera del área central a cooperativas de naranjitas. Ese era el modelo que ahora se iba a ampliar y que la protesta de un grupo de vecinos de Cofico frenó.
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La solución que se insinúa es que las cuadras tarifadas serán sólo las centrales, las de mayor movimiento comercial en los barrios, y las residenciales quedarán excluidas. Mientras, el mercado blue de los naranjitas sigue imponiendo su ley en buena parte de la ciudad, por fuera de cualquier ordenanza, cobran en el lugar y el horario que les parece. El único intento por ordenar este problema se produjo a partir de una serie de intervenciones policiales que en 2017 logró que algunos Naranjitas informales adoptaran la costumbre de aclarar que la tarifa es "a voluntad" .
En medio del caos que rige en este tema, hay un montón de debates posibles: ¿Por qué un vecino del Centro, de Nueva Córdoba o de Alberdi paga si estaciona en su cuadra y uno de Cofico o el Cerro no? ¿Qué sentido tiene que la Municipalidad no pueda cobrar directamente por el estacionamiento y deje en manos privadas una vía de ingresos habitual en ciudades de todo el mundo? ¿Por qué en las cuadras de los cuidacoches oficiales, las del Estacionamiento Controlado, el estacionamiento iba a ser de 7 a 21, como indicaba la flamante cartelería retirada este viernes, cuando en las zonas del estacionamiento medido, donde funciona la app SEMM, es de 8 a 20? ¿A los "naranjitas" no se les podría asignar una tarea de mayor provecho para los vecinos y las vecinas de la ciudad? ¿Sería muy difícil de implementar un permiso a los frentistas para que queden eximidos del cobro en la puerta de sus casas? Son apenas algunos de los interrogantes que deja abiertos la confusa contramarcha en el avance del estacionamiento tarifado.