La derrota no es el fin del mundo. Argentina no es el primer campeón en caer en primera rueda al año siguiente. Es el noveno, pero ninguno de esos equipos perdió la categoría en el repechaje.
Argentina perdió la serie por varios factores que van más allá de lo deportivo, y los responsables son muchos. No pudo reunir a sus mejores jugadores, no supo encontrar una sede a la altura, ni armar un festejo adecuado para celebrar algo histórico: el título de campeón del mundo de tenis.
Comencemos con lo deportivo. La dirigencia no tuvo los argumentos para convencer a los héroes de la Davis, Juan Martín del Potro y Federico Delbonis, que defiendan lo que tanto esfuerzo costó conseguir.
Argentina dio ventajas desde antes de la salir a la cancha. Orsanic contó con un equipo C porque, sumado a las ausencias, solo tuvo en buenas condiciones a la mitad de sus jugadores: Berlocq y Pella.
Sigamos por lo organizativo. La serie se jugó en un predio improvisado y no preparado para semejante acontecimiento. Se armó un estadio con tubulares y tablones propias de un torneo de tercer nivel. El predio recibía por primera vez a la Copa Davis y no tenía las comodidades necesarias. El domingo cuando comenzó a llover muchos se fueron porque no tenían donde refugiarse del agua.
Con entradas carísimas, quizás apuntando a preservar el “público standard del tenis”, espantaron a la gente. El estadio sólo se llenó el lunes cuando el ingreso fue gratuito. Durante el fin de semana, muchos se quejaron por haber pagado más de mil pesos y tener que sentarse en tablones durante más de seis horas.
El tan anelado trofeo, la famosa “ensaladera de plata”, estuvo a un costado del predio. Olvidada y desaprovechada, y no exhibida dentro de la cancha como tantas veces se hizo en distintos lugares del mundo. Muchos se fueron sin poder verla porque no la encontraron entre un sinnúmero de stands publicitando sus marcas.
Por último, pero no menos importante, Argentina desaprovechó una oportunidad histórica para honrar a los tenistas que durante años dejaron la vida intentando conquistar la Copa Davis. Hubiera sido justo homenajear antes del partido a figuras como Vilas, Clerc, Jaite, Nalbandian, Arnold, Gaudio, Coria, Mónaco y a los propios Del Potro y Delbonis.
Hubiera sido emocionante también ver juntos en la tribuna a todos esos extenistas alentar al equipo argentino. Sin embargo, nada de eso sucedió.
En las próximas semanas, el legendario trofeo empezará a circular por el país. Nadie le podrá quitar el título a la Argentina. Pero ahora no queda otra que volver a luchar.