Es una constante. Desde 2003, el voto cordobés en elecciones nacionales tiene un denominador saliente: rechazo al kirchnerismo. Hay matices y otros componentes pero ese es el gran articulador cada vez hay ese tipo cargos en juego.
Desde la conformación de coalición que nucleó a las principales fuerzas anti K, los cordobeses encontraron un cauce claro donde expresar sus preferencias nacionales. Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, debutó en Marcos Juárez en 2014 y encontró en Córdoba siempre el lugar de su mejor actuación.
Las tendencias a boca de urna ratifican claramente que este domingo se ha mantenido esa tendencia histórica.
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Juntos por el Cambio es el ganador por una diferencia inobjetable. Supo sortear con éxito el proceso de las primarias, encontró candidatos para captar ese caudal y puso el eje en un elemento discursivo central: el rechazo al oficialismo nacional.
Las razones por las que los cordobeses se pronuncian de esa manera son múltiples pero está claro que lo que hoy es el Frente de Todos encuentra cada vez menos caminos para acotarlas.
Los cordobeses también han dejado claro que tienen un criterio para votar en elecciones nacionales y otro en provinciales. Esa década de voto anti K con una tendencia fuerte de ir por la vía de Cambiemos en las nacionales coexiste con las dos décadas de voto provincial al peronismo local de Hacemos por Córdoba.
Por ende, está muy a la vista que no se puede extrapolar resultados. Sería un camino que no lleva a ningún lado.
¿Juntos o enfrentados?
Pero los resultados de esta jornada electoral necesariamente tendrán impacto en la política de Córdoba, que ya comienza a andar el camino hacia 2023. Ese 2023 tiene una particularidad: Juan Schiaretti no tiene sucesión y hasta acá los únicos que fueron candidatos en los más de 20 años de gestión del PJ cordobés fueron él y el fallecido José Manuel de la Sota.
Es un elemento a tener en cuenta a la hora de todos los reacomodamientos que se darán desde este lunes.
Hasta acá, la oposición provincial casi siempre fue dividida en elecciones provinciales. Los resultados están más que a la vista respecto a cómo les va separado y cómo juntos. El reciente proceso de las Paso es un ejemplo de resolución de diferencias y egos.
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Esta legislativa nacional posiciona los liderazgos de Luis Juez y Rodrigo De Loredo. Ambos van a querer ser candidatos a gobernador, aunque De Loredo insista que quiere llegar primero a ser intendente de Córdoba.
Hasta acá, tienen un acuerdo de convivencia que vienen respetando de manera prolija. Pero no sobra la empatía entre ambos y el oficialismo provincial hará todo lo posible para que esas diferencias estallen.
Lo mismo no es un dato menor tener dos candidatos con posibilidades de disputar la gobernación, algo que no le ocurría a la oposición local desde hace mucho tiempo.
El Partido Cordobés
La fuerte presencia que tuvieron en campaña Juan Schiaretti y Martín Llaryora tiene mucho más que ver con la sucesión de 2023 que con las bancas que logró Hacemos por Córdoba en el Congreso.
Saben que tienen buena imagen ambos pero el recorrido de lo que queda e intentar mantenerse en el poder durante casi 30 años consecutivos no les será sencillo.
Schiaretti ya empezó a hablar del Partido Cordobés. Lo imagina como una nueva denominación de aquello que De la Sota fundó como Unión de Fuerzas Sociales, pasó a ser Unión por Córdoba y hoy es Hacemos por Córdoba.
El gobernador quiere en ese Partido Cordobés a una parte del radicalismo distante de Juez como para que parta, una vez más, la oposición provincial.
Pero mientras tanto, y de manera muy sigilosa, ha mandado emisarios para tender puentes con Juez. No es menor la cordialidad con la que se han tratado en campaña el gobernador y el flamante senador nacional.
Llaryora ya fue presentado en esta campaña como el candidato a gobernador. No tienen chances, por ahora, ningún otro anotado.
Pero el intendente desconfía de esos movimientos del gobernador con los opositores y por eso fue el abanderado de lanzar la candidatura presidencial de Schiaretti. Lo quiere fuera de Córdoba para poder convertirse en el nuevo jefe del peronismo provincial.
Algunos de los que se fueron al Frente de Todos empezarán a volver con la frente marchita. Pero ya no se podrán sentar a la mesa de decisión.
Es que han perdido por ir en una provincia anti K pero también por el rechazo que generan ciertas candidaturas, como la de Carlos Caserio.