¿En serio no veían las villas crecer debajo de los puentes con casas de tres pisos?
¿En serio no veían las casas de los barrios ciudad preñarse de ampliaciones de chapa y lona? Miralos los viernes a los albañiles cobrar la quincena en la calle Alvear, salen y se miran las manos como diciendo la puta madre.
¿En serio no los ven? ¡En serio no la vieron crecer, como una galleta en el mate cocido, a la feria de Villa Libertador o la del parque las Heras. No les ven la mirada de ojos hondos en todos los semáforos de las avenidas?
¿En serio crees que todas las personas que vivimos acá no queremos ir al centro, al Buen Pastor, al shopping o al cine y sin embargo no estamos todos ahí? ¿Y por qué si está buenísimo ir? ¿Crees que no quieren? No van porque no pueden. Se quedan lejos hurgándose los sueños que se les salpican de agua servida y desidia y se les marchitan. Parecen un chico mirando una vidriera que jamás va atravesar.
¿En serio no los vieron? ¿No vieron los funcionarios bajar de sus autos (nuestros autos) a sacarse la foto con la mamita del nene discapacitado. No lo vieron al ministro, al secretario, al director de la comisión subirse al atrio del acto. El locutor pidiendo el aplauso de la nueva promesa. Y la mentira que se vomita sobre un montón de caras sucias que aplauden?
¿En serio no lo vieron?
Yo hace años que la veo. A la mentira aparearse con la miseria. Esa de los miserables que hacen del mal del otro un bien que no declaran.
Ahí andamos TODOS hoy discutiendo cuándo nació la pobreza. Y la pobreza llora como un chico cagado que nadie lo cambia.
Y crece, cagado y todo crece.
Y nadie lo ve.