“Después del choque escuché que alguien decía lo que saben decir, ‘una rata menos’; pero yo no me engancho en eso”. Lo que más sorprende de José en un momento de semejante conmoción es su dignidad de laburante.
En la mañana de este jueves se topó de frente contra dos ladrones en fuga en un auto robado. Uno de ellos murió. El otro está herido. José tiene solo unos raspones y una admirable capacidad de decir: “Siempre que llovió paró”.
José y la F-100 modelo 80 se parecen. Ambos son robustos y sólo saben de laburar. Hace poco le hizo el motor pero hoy el Perkins 4 parece haber dicho basta ante el impacto. Se la dejó el padre y es su medio de vida desde hace 35 años.
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Lo único que sabe hacer José es trabajar, todos los días busca bebidas en un distribuidor en Córdoba y las reparte en la zona de villa Los Llanos, en Juárez Celman.
José representa ese indescifrable universo de los que no son víctimas de la delincuencia pero sí lo son. No están en las estadísticas, si es que las hay, no se cuentan entre los muertos pero vuelven a la calle con vivos con miedo, los que tienen que agradecer de salir con vida, los que pierden la paz porque le robaron al vecino.
Tragedia silenciosa
Ningún seguro le va a cubrir a José la mala fortuna de toparse con alguien que venía jugado y jugando con la vida del resto y la propia. Cuando salió atontado, lo primero que pensó fue en la camioneta, una mujer muy humilde que junta cartón, le trajo agua y hielo en medio de un trapo para que se ponga en la cabeza. “No se haga drama son solo hierros, de alguna forma va a salir adelante”, eso recuerda José que le decía la señora que ve todos los días en el reparto. José se admiraba de esa mujer, que sin nada, le daba todo.
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Yo lo miraba en su enormidad y pensaba en eso de que a la gente buena le pasan cosas buenas, pero no. Acá a José prácticamente lo dejaron sin laburo y ni sabe por dónde quedó la camioneta destruida. Pero pareció una tragedia silenciosa de la que nadie habla, porque simplemente nos vamos acostumbrando al mal vivir de los malvivientes.
Nos acostumbramos a ver a los José que no les roban pero lo mismo los dejan sin nada.