“No vuelvo a quejarme nunca más del trabajo”, dice un obrero, en medio de una entrevista en su primer día después de una cuarentena obligatoria. Es que hasta ayer la mayoría de las construcciones estuvieron paradas, vacías. Muchas aún están así.
Su sonrisa representa muchas cosas: la dignidad del trabajo, la seguridad de tenerlo, la posibilidad de un ingreso económico, el orgullo de ser en su familia el primero en volver.
El trabajo es mucho más que un medio de ingreso. Establece roles, relaciones, aporta objetivos y propósitos, cumple sueños y define la realidad de muchas personas. Nos integra al tejido social, más allá de la remuneración que se percibe.
Mucho antes de la cuarentena, la Argentina ya contaba en problemas estructurales en materia de empleo. Entramos al aislamiento, con un alto índice de desocupación: 8,9 por ciento, según datos oficiales del cuarto trimestre de 2019. Hoy, a 43 días del inicio del aislamiento social, se estima que la desocupación podría superar el 10 por ciento. Esto representa más de 2 millones de personas.
El problema es mundial. De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo, las medidas de aislamiento por la pandemia afectan a 8 de cada 10 trabajadores en el mundo.
La cuarentena nos trajo nuevos conceptos: home office, teletrabajo pero también estados preocupantes: trabajadores suspendidos, con reducción del salario o en situaciones pasivas sin haberlo buscado.
Para todos hoy es 1º de Mayo. Y para todos hoy tenemos un mismo deseo: que tengan un feliz día del Trabajador, por más incómoda que suene la frase.
Nuestro pequeño homenaje.
Este video con texto de Fredy Bustos y edición de Lucio Casalla resume nuestro sentimiento y nuestras ganas de decir: “Trabajamos para reencontrarnos pronto con un abrazo que nos diga ¡Feliz día del trabajador! ¡Hicimos un gran trabajo!”
Aún no sabemos en qué fecha podremos hacer realidad este deseo.
El texto completo del video:
La trama de trabajos atravesó un día la ciudad. Fue tremendo.
Detrás de un tramo de tela, todo lo decía la transparencia de una mirada.
Algunos integrantes de la sociedad, que se mantuvieron como trapecistas sin red, salieron como pudieron a trabajar. Otros no pudieron.
Aunque traten, lo deseen y lo necesiten, el tren no viene y tampoco nadie sabe cuándo la maquinaria va empezar a traccionar.
Triste. Hoy alguien les dirá “feliz día del Trabajador” y como no andan embarbijados porque se quedan en casa, a ellos se les verá toda la tristeza.
Tratamos todos de aprender a encontrarnos. Así, hasta el trato parece trastocado.
Nos adivinamos la sonrisa, nos codeamos los abrazos, nos ventilamos las lágrimas por el riesgo de tocarlas. Trágico.
Nos tomamos distancia. Trabajamos por pantalla y los “dale que podemos” van por teclado.
Tratamos de trabajar atravesando la ciudad presentando trámites en los puentes.
Mientras, otros no descansan y esperan como espartanos que la curva trepe.
Tratamos, yo trato, vos tratas, ellos tratan.
Trabajamos para reencontrarnos pronto con un abrazo que nos diga: ¡Feliz día del Trabajador!
¡Hicimos un gran trabajo!