Hace 100 días los argentinos estábamos casi convencidos de que a fines de marzo o principios de abril la cuarentena iba a ser historia. Una experiencia única, diferente y hasta casi una buena anécdota para contar.
Pero la experiencia se transformó casi en pesadilla o en el guión de una serie de ciencia ficción. Después de extender seis veces el aislamiento, el presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio hasta el próximo 28 de junio, esto es 101 días de cuarentena. Y saldrá el decreto ahora de la prórroga hasta el 17 de julio. Y es muy probable que tampoco se terminé allí y estemos entre las cuarentenas más largas del mundo.
Cuando observamos el mundo, no son pocos los países que han ido tan lejos con la decisión. Está claro que el aislamiento es el mejor y más efectivo sistema de prevención del contagio de coronavirus. Por lo menos hasta que se obtenga una vacuna.
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Los distintos aislamientos sociales siguen. Por zonas, por contagios, por cordones sanitarios pero siguen. Las consecuencias aún no se pueden evaluar.
Las ausencias
Los hábitos y la vida cambiaron para siempre. Hay espacios públicos y privados que no volvieron a ser habitados por su personal frecuente. Escuelas, jardines, parques, plazas, bares, restaurantes, hoteles, clubes, salas, iglesias, aeropuertos, terminales.
Para muestra basta un botón. Con la edición y las imágenes de Lucho Casalla recorrimos algunos de esos espacios que hoy están vacíos: el Estadio Mario Alberto Kempes, el Colegio Alejandro Carbó, el Jardín maternal Girasoles, la Sociedad Belgrano y el Restaurante El Celta. En ellos representamos todos los espacios que hoy extrañan la rutina.
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