El Partido Popular (PP) ganó la elección porque fue la fuerza política más votada. Pero su líder, Alberto Núñez Feijóo, fracasó en formar gobierno y ahora la pelota pica en la puerta del arco para Pedro Sánchez, quien podrá formar gobierno a pesar de que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) salió segundo en esos comicios.
Ocurre que en los sistemas parlamentarios, no gana el que saca más votos sino el que reúne más apoyos en el Parlamento. Y a Núñez Feijóo se le conformó una cuadratura de círculo a la hora de sumar adhesiones a su investidura como presidente del Gobierno.
Como la mayoría obtenida por el PP no alcanza para aprobar la investidura con las bancas propias, necesita los votos del ultraderechista VOX y de varios partidos regionales. Con los votos de VOX no alcanzaba, sino no sumaban también su aprobación la Coalición Canaria y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) o el Bloque Nacionalista Gallego (BNG).
Tampoco alcanza con el apoyo de esos partidos regionales si no están los votos de VOX. Y los votos regionales no pueden juntarse con los de VOX, porque esta fuerza ultraconservadora desciende del falangismo, la ideología impulsada por José Antonio Primo de Rivera que adoptó el régimen franquista, imponiendo un centralismo castellanizante que sojuzgó a las regiones y prohibió sus identidades culturales. Ni gallegos ni vascos ni catalanes pudieron hablar sus propias lenguas y usar sus signos nacionales. Por eso los partidos de las distintas autonomías, con excepción de la Coalición Canaria, se niegan a apoyar un gobierno apoyado por el movimiento ultraconservador que lidera Santiago Abascal y reivindica al franquismo.
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Con el apoyo de VOX no alcanzó y sin el apoyo de VOX era imposible. Lo demostró la matemática en las dos votaciones que sentenciaron el fracaso de Núñez Feijóo y el PP. Ahora es Pedro Sánchez el que intentará sumar apoyo a su investidura para encabezar un nuevo gobierno. Y el líder del PSOE parece estar dispuesto a todo, incluso vender el alma a los separatistas vascos y catalanes, para continuar ocupando el despacho principal del palacio de La Moncloa.
Sánchez ya tendría acordado por EH Bildu, un partido que desciende del Herri Batasuna, que fue brazo político del Euskadi Ta Askatasuna, organización terrorista del separatismo vasco más conocido por su sigla: ETA. Pero necesita el respaldo de Junts per Cat, el partido independentista que lidera el prófugo de la justicia española Carles Puidgemont. Y ese independentismo le irá subiendo el precio a medida que se acerca la fecha de noviembre en la que, si no hay acuerdo para la investidura de Sánchez, se convoca a repetir las elecciones.
Esquerra Republicana, el otro partido separatista de Cataluña, también le subirá el precio a su apoyo. De tal modo, el gobierno del PSOE deberá garantizar amnistía para todos los responsables del “proces”, el regreso impune de Pudgemont y un nuevo referéndum. Si lo concede, para seguir siendo el jefe del gobierno español Pedro Sánchez habrá provocado desgarros a la Constitución y a su honor.
Pero, de momento, lo que hay en la política española es la derrota de Núñez Feijoo en el Parlamento, después de haber ganado en las urnas.