El magnate neoyorquino llevaba tiempo prediciendo que la elección de medio término sería una “marea roja” que barrería al Partido Demócrata y acabaría con el actual presidente. De ese modo, nada le impediría obtener la candidatura republicana en la próxima elección presidencial. Sin embargo, en las urnas de la elección de medio término encontró una realidad distinta a sus expectativas.
La “marea roja” (color de los republicanos) terminó siendo una ola bastante escuálida, porque los candidatos demócratas ofrecieron una resistencia mucho mayor a la esperada y a la vaticinada por las encuestas.
Normalmente, a las elecciones de medio término las gana el partido que está en la oposición, porque en ellas la sociedad suele procurar equilibrar la relación de fuerzas entre el gobierno y los opositores. La regla es que, el partido que tiene la presidencia y mayoría en el Congreso, pierde alguna de las cámaras, o las dos, fortaleciendo el poder de control opositor sobre el gobierno. Por cierto, hay excepciones. La última fue el triunfo de los republicanos en el primer medio término de George W. Bush. El devastador 11-S aportó lo suyo a esa excepción a la regla.
También es regla que quienes ocupan la presidencia sean reelegidos para un segundo mandato, aunque hayan perdido la elección legislativa de medio término. Las excepciones más cercanas en el tiempo son Jimmy Carter, George Herbert Walker Bush y Donald Trump.
Joe Biden podría sumarse a esa lista, o incluso convertirse en una excepción mayor: la del presidente que no se presenta como candidato a la reelección.
Ocurre que, a la debilidad que podría provocarles a los demócratasla capacidad de obstrucción que tendrá el Partido Republicano, se suma la debilidad política de un presidente que, para la próxima elección presidencial, tendrá una limitación biológica para candidatearse: la edad.
Los demócratas tienen el desafío de generar figuras con la suficiente fuerza para luchar con chances de éxito por la sucesión de Biden. Hoy no tienen esa figura. Se suponía que Kamala Harris acrecentaría su potencial electoral desde la vicepresidencia pero, al menos hasta ahora, eso no ha ocurrido. A esos se suman las fricciones internas que muestran la fragilidad del liderazgo de Biden. Una de ellas quedó a la vista cuando Nancy Pelosi, viajó a Taiwán, generando una durísima reacción de China y, por ende, contrariando los esfuerzos que estaba llevando a cabo Anthony Blinken para que Xi Jinping no colabore con la guerra de Vladimir Putin en Ucrania.
Todas esas fragilidades de Biden y su gobierno, debían allanar el camino a Trump para un triunfo rutilante de sus candidatos. Pero todos fueron derrotados en los bastiones demócratas, la “marea roja” fue apenas una ola, y en Florida se posicionó el líder del conservadurismo que puede vencerlo en las primarias: el victorioso gobernador Rom De Santis.