Barrio Müller está ubicado en el sur de la ciudad, en la intersección del Río Suquía y la Circunvalación. La fisonomía de sus casas y calles representa a gente trabajadora y humilde. El movimiento durante el día es incesante, pero en la noche se aquieta y solo la habitan quienes asumen el riesgo.
Un flujo poderoso y casi invisible para nuestros ojos habla de la presencia del “narcomenudeo” y el Padre Mariano Oberlin lo corrobora: “Aquí todos los días te abren un kiosco de venta de drogas”.
En este escenario se levanta desde el año pasado una nueva propuesta educativa en el predio de su parroquia. Es una escuela secundaria con formación profesional. Por ahora son 29 chicos separados en primero y segundo año.
La orientación en informática y comunicaciones apunta a romper algunos prejuicios de los cuales sus alumnos son víctimas.
Las dos pequeñas aulas destinadas a la tarea educativa fueron parte de la Iglesia del cura, adaptadas a la ocasión. Son ruidosas, pero activas. Cada alumno tiene su “compu” y eso ya es un incentivo.
Federico Sánchez es coordinador de la escuela y fue quien salió a buscar alumnos por el barrio. “Que sea un espacio donde todos los sueños de todos se junten, armonicen y hagamos un sueño común”, dice esperanzado.
En el barrio se levantan dos banderas. La de la educación y contra la deserción escolar, versus la bandera de la droga y el facilismo. Es una pelea desigual donde muchos van quedando en el camino.
Esta semana, una balacera contra la Fundación del sacerdote alertó sobre esta batalla. “Cansancio” y “frustraciones” hacen que Oberlin analice la posibilidad de irse del barrio.
Así estas dos banderas se enfrentan en un campo de batalla plagado de miserias y penurias, con armas totalmente diferentes. Una apela al presente, otra al futuro. Unos usan lápices y otros balas.
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Entre tanto fuego cruzado se levanta la voz de Celeste, estudiante de primer año, y da en el blanco con su pensamiento: “Quiero estudiar porque es un camino y sin estudios sería una fracasada”.
La escuelita recién nacida es una bocanada de esperanza, pero hay que cuidarla. Enfrenta a intereses poderosos y a la tentación de un presente fácil: la compraventa de drogas.
La bandera por ahora está arriba y flamea. Como dice la canción patria Aurora: "Alta en el cielo un águila guerrera audaz se eleva en vuelo triunfal". Ojalá sea “triunfal” por el bien de todos.