Estaba por criticar a los docentes de una escuela que estuvieron dos meses de paro. Estaba por decir que en el último comunicado repudiaban a Dios y María Santísima y no se hacían cargo de nada. Esa cosa tan nuestra de acusar de lo malo a todos los demás y reservar lo bueno para nosotros. Una vez se lo escuché decir a Serrat, “los latinos siempre le echamos la bosta al portero”.
Pero, la verdad, hubiese sido injusto, porque esos profesores no hicieron más que replicar lo que a diario hacen nuestros dirigentes políticos, nuestros funcionarios.
Fíjense, el Gobierno está acordando con los gobernadores el presupuesto del año que viene. El ajuste. Entre otras cosas, se saca de encima la plata que gasta en los subsidios al transporte y pasa los colectivos a las provincias y a los municipios, pero sin plata.
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¿Qué van a hacer gobernadores e intendentes? Apuesten. Van a pasar lo que no reciben de subsidio al precio de los boletos. Consecuencia, al ajuste lo va a pagar la gente que viaja en ómnibus.
Mientras tanto, los jueces seguirán sin pagar ganancias y los funcionarios políticos y legisladores de todos los niveles no resignarán un peso de sus importantes sueldos. Quiere decir que quienes en los últimos 30 años (sólo por poner un número) tomaron las decisiones que nos llevaron a tener un 40% de inflación, más de un 30% de pobreza y siguen las firmas, no sólo no se sienten responsables del desquicio sino que le hacen pagar los platos rotos al resto.
Ellos seguirán comiendo con la misma vajilla.