Ya estaba clareando el viernes 29 de octubre cuando se abrió la reja del pabellón especial de la cárcel de Bouwer. Faltaba poco para que los habitantes de ese sector, procesados o condenados por delitos económicos, se despertasen. Fue el momento en que entró el nuevo residente, Germán Kammerath.
Con él, Bouwer recibía a la persona de más alto cargo que entró en calidad de recluso.
La política le aportó al establecimiento a la vera de la autovía 36 funcionarios de tercera línea o intendentes de localidades de no demasiados habitantes. Tampoco es que hayan sido muchos. Pero ahora tiene a un exintendente de la ciudad de Córdoba, exvicegobernador y exfuncionario nacional de primera línea.
El hecho es algo más que inusual. Las estadísticas nacionales son más que elocuentes: sólo dos de cada 100 causas de corrupción llegan a juicio oral y en sólo uno de esos 100 hay condena. Pero de primera instancia. Para que la condena quede firme debe ocurrir una quimera.
Las estadísticas cordobesas en materia son aún más pronunciadas. Un fuero especial se encarga de que ni siquiera empiecen los procesos.
Marginales
Por eso, deben pasar muchas cosas para que exista una condena de ese tipo.
Si se analizan algunos emblemas de corruptos condenados y presos, Kammerath, María Julia Alsogaray, Amado Boudou o Ricardo Jaime, hay algunos denominadores comunes: una acumulación de acusaciones y denuncias por los más variados hechos y la pérdida de protección o padrinazgo político, como si hubiesen quedado al margen del sistema o soltado la mano.
Kammerath fue una figura central de la política. Primero como jefe de la tercera fuerza, la Ucedé, en los años de bipartidismo cordobés; después como el ahijado de Carlos Menem que tuvo puestos de mucho manejo de dinero; luego como socio fundador de Unión por Córdoba junto a José Manuel de la Sota, que lo llevó de candidato a vice y lo impulsó como intendente capitalino.
Pero un día Menem perdió poder y De la Sota rompió su alianza con el riojano criado en Córdoba. Kammerath fue condenado por la Justicia provincial, cuando acá ya no tenía padrinos.
Es importante recordar la fecha en la que fue condenado en primera instancia, 2015. No había llegado al poder nacional aún Mauricio Macri, un amigo de siempre de Kammerath, para quien el hoy preso sigo operando y tejiendo en las sombras en la construcción de lo que fue Cambiemos.
Por esas cosas del destino, el actual candidato a senador de Juntos por el Cambio, Luis Juez, es el denunciante de la causa que llevó a la cárcel al amigo de Macri.
21 años
Kammerath fue condenado en una causa que parece de no tanta relevancia, otorgar una concesión a una empresa que montó con un cuñado para quedarse con un servicio que se prestó unos meses, si es que se la compara con las numerosas y millonarias acusaciones que tuvo en todos y cada uno de los cargos que ocupó.
Algunos interpretan el cumplimiento efectivo de la condena como una buena noticia en pos de la transparencia. Es dudoso de que sea así. Siguen siendo casos aislados y para los que hay que esperar demasiado tiempo.
Los hechos probados de corrupción fueron en 2000, la denuncia fue en 2003, el proceso se extendió hasta 2006, el juicio que lo condenó recién se hizo en 2015, el Tribunal Superior confirmó en 2018 esa sentencia y hubo que esperar hasta este final de 2021 para que la Corte la dejara firme.
Hay una generación de cordobeses que no saben quién es ese señor que entró al alba a una celda en Bouwer.