Decir que el feminismo es todo lo mismo o que las feministas son todas iguales demuestra que estamos lejos de comprender el alcance de ese movimiento.
¿De qué hablamos cuando hablamos de ser feminista? Seguramente, la respuesta de una gran mayoría será que ser feminista es luchar por la igualdad de derechos de las mujeres dentro de la sociedad.
Y quizás esa definición deje de tener vigencia por incompleta en un tiempo o, tal vez, porque no abarca el objetivo final de todos los feminismos en sí. Porque feminismo no es uno solo, sino uno en constante construcción.
Puede parecer que el feminismo se basa solo en discusiones de redes o medios, pero es un movimiento mucho más grande, heterogéneo y horizontal.
+ MIRÁ MÁS: El problema de trabajar con mujeres
Sobre lo horizontal nos detenemos. Estamos acostumbrados a ver que el poder se relaciona con lo vertical: uno manda y los de abajo se acomodan en ideologías y responden a la autoridad que los representa. Por eso, puede ser difícil imaginar algo horizontal, en un colectivo que se enfrenta internamente sobre cuestiones que le preocupan, que no piensan igual sobre las formas de llegar al objetivo y que vienen de ideologías políticas diferentes y de distintas clases sociales.
Al movimiento se llega de diferentes maneras y, de ahí, la valiosa e importante diferencia.
Como dice Dora Barranco, “no se nace feminista”. Al movimiento se llega de diferentes maneras y, de ahí, la valiosa e importante diferencia.
Algunas llegan luego de vivir injusticias en el ámbito laboral por su condición de mujer, otras por experiencias de violencia con una pareja o por influencia de amigas o de hermanas.
Algunas creen en Dios y otras son ateas; algunas se depilan, otras piensan que la depilación es otra cosa impuesta por el patriarcado; algunas conciben que no se necesita de leyes para la igualdad y otras protestan para que haya leyes de cupo.
Hay activistas en las calles trabajando con víctimas de violencia de género y otras que militan a través de las redes sociales, desde aulas u oficinas.
Hay algunas que deciden por voluntad propia no trabajar para criar a sus hijos, otras que no quieren tener hijos por su carrera laboral y otras que combinan ambas.
Todas son necesarias.
Construcción
Quizás el problema que afronta el feminismo en estos días son los cruces de mujeres de diferentes opiniones, que parecen mostrar un quiebre en el colectivo y parecen mostrar a las que se quieren acercar qué es feminismo y qué es un engaño.
Las voces nuevas suman, colaboran, nos hacen replantearnos una y otra vez. Sería un grave error dejarlas ir. Al fin y al cabo, si el feminismo está en construcción permanente, cada una por su lado también evoluciona a sus tiempos.
+ MIRÁ MÁS: Por la igualdad de las vulvas
Porque es un movimiento que es colectivo antes que ego, es horizontal más que revolución.
El feminismo vino a interpelar a la sociedad e invita a la reflexión sobre las desigualdades, en lo teórico y en lo práctico.
Pero esa reflexión y evolución personal de cada individualidad, dentro o no del movimiento, puede verse amenazado por la militancia posmoderna del hashtag o del encasillado de un solo tipo de feminismo.
Estamos todos aprendiendo. También estemos dispuestos a sacarnos los prejuicios, a enseñar y a discutir con respeto de las cuestiones que nos duelen a todos.