Gabriel ya tiene dos cascos y un broncón entendible. Anoche, volví del trabajo y no me podía sacar esta imagen de la cabeza.
Y ahí me cerró algo que me dijo una mujer mientras le tiraba una cubierta más a la barricada de la costanera: "lo que pasa que a las motos que la gente no busca se las chorean ellos".
En el momento me pareció una expresión sin fundamentos encendida en la llama de un piquete. Al rato, mientras estaba al aire, con los vecinos enardecidos me toca a mí decir mi parte del guión de este circo criollo: bueno, hoy hablamos con las autoridades y se comprometieron a… y la gente se me empezó a reír en mis espaldas: qué van a pagar, si cómo no y quién se hace cargo de lo que gasto en colectivo para ir a trabajar, y son todos chorros y que pum y que pam.
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Y ahí me di cuenta de que estaba mal. Si hay 60 motos quemadas, que venga alguien a Marechal, alguien preparado para atender a la gente como la gente y con un cuadernito y un dispenser de agua fresca por el calor; y se siente a recibir los reclamos.
El que tiene la moto mal habida no va ir, el que va ir es el ciudadano de a pie (sin moto) a reclamar lo suyo. Y mientras más se demoren con el agua fresca, más crecerá la sospecha de que faltan motos.
Y saben por qué: porque una vez se robaron armas de la jefatura y aún ni saben dónde están. Como dijo Platón, vamonón. En realidad lo que dijo es que cada uno debería hacer bien lo suyo. Los policías, custodiar. El motociclista debería circular en regla. El periodista, decir la verdad y el funcionario, funcionar.