Este miércoles se publicó una tapa de revista Caras que recibió un fuerte repudio en redes sociales. Ahora nos preguntemos, ¿cuál es el problema de esa tapa? Los invito a que desmenucemos brevemente la portada.
La tapa muestra a Máxima, reina de Holanda y a su hija Amalia de 16 años. En esta última hace foco la portada y dice: “La hija mayor de Máxima luce con orgullo su look 'Plus Size'”.
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¿Está mal usar el término “Plus size”? Para nada, de hecho algunas modelos como Brenda Mato (a quien aconsejo seguir) lo usa en la descripción de sus redes. ¿Entonces? Como muchas veces, lo que esta mal es el contexto. ¿Acaso existen los “looks de talle S” o los “looks de talle M”? Seguramente no recordás haber leído algo así porque no se usa, pero si no sos ninguno de esos talles, sí tenes un look aparte: “un look plus size”.
Es aquí cuando la palabra se convierte en un eufemismo, porque en un contexto como el que transitamos no es políticamente correcto decir “sobrepeso” o “gorda”.
Otra cosa a observar es la palabra “Orgullo” como un valor para mostrarse, y es aquí cuando podemos pensar que las mujeres que suelen salir en estas tapas no necesitan de ese orgullo. Respetan las exigencias de apariencia que nos vienen mostrando desde que somos chicas: cuerpos sometidos a dietas y exagerado ejercicio, pieles perfectas y, como si no fuera suficiente, retoques con photoshop.
Pero claro, se necesita de un orgullo extra o “superación” para mostrarse con un cuerpo que sale de esos moldes. ¿Cómo puede llegar a repercutir estas palabras en una adolescente que no encaja en las apariencias hegemónicas y que no se siente con el suficiente “orgullo” o “superación”? ¿Ganas de esconderse? ¿Pedir perdón por su cuerpo? Los daños son inimaginables.
Dejando el titulo más grueso de lado, vamos a la bajada. No mejora y dice: “Victima de bullying, enfrenta las críticas con fortaleza (…)”. “Una adolescente que vive su adolescencia sin tabúes y defiende su figura de “mujer real”.
Fortaleza, tabúes, defensa… ¿Todo eso se necesita para transitar la adolescencia con un cuerpo no hegemónico? Entonces, algo más está fallando. Que a esta altura el peso siga siendo un blanco de crítica y bullying, quizás nos dice algo de la educación que no cambió, de los medios que siguen reproduciendo lo mismo una y otra vez, y que construyen estereotipos que siguen haciendo el mismo daño (el cual debe enfrentarse con fortaleza desde el lado de la víctima como si el problema de “no encajar” fuera su responsabilidad).
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Por último, sería bueno detenerse en la persona detrás de un cuerpo. Amalia es una adolescente de 16 años, heredera del trono y, lejos de quedarse en la comodidad de su palacio, en las vacaciones fue a trabajar a un café lejos de su casa para adquirir experiencia en el mundo laboral.
Además, está adelantada un año en el colegio por su capacidad y escribió una obra de teatro que se destacó en un teatro de La Haya. ¿Viste todo lo que se puede contar de ella? Sin embargo, la tapa se centra en su cuerpo, en su talle, en la opinión que tienen otros de su cuerpo. Y una vez más la apariencia, la belleza, es el valor a descatar (o no) para una mujer por sobre encima de otras cualidades.
¿Entonces cuál es el problema? El problema no es el talle, el problema no es tu cuerpo, no es el mío. El problema no son los diferentes cuerpos, el problema es lo que nos cuentan.