La pandemia y el aislamiento traerán tantas secuelas como excusas.
A más de uno le vendrá bien echarle la culpa al coronavirus por cosas que tal vez hubiesen ocurrido de todos modos sin la peste.
Por estos días ha comenzado una etapa de ajuste en el Gobierno cordobés, que había arrancado con el gesto simbólico de recorte en los haberes de la planta política. Se extiende, ahora, a los jubilados provinciales.
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El ajuste a los jubilados cordobeses va por dos caminos, que pueden ser transitorios como la emergencia o definitivos como todo aquello que se anuncia como provisorio en Argentina: una rebaja en las jubilaciones más altas en consonancia con el recorte de los sueldos en el Ejecutivo y el Legislativo; el diferimiento del cronograma de pagos, que asoma como una modalidad que se irá profundizando el sector público provincial.
La situación de la Caja de Jubilaciones ya estaba en la mira hace rato, mucho antes que el Covid-19 paralizase buena parte del planeta.
Córdoba paga unas de las jubilaciones más altas del país (tiene aportes superiores por partes de los activos) y tiene una relación de 1,6 empleado en actividad por cada retirado.
Si a eso se le suma que la propagandizada buena salud de las finanzas provinciales precoronavirus no era tal y que el aporte de la Nación para cubrir parte del déficit estaba atada a una compleja negociación política después de la llegada de Alberto Fernández al poder, el recorte a los pasivos cordobeses se veía venir, con o sin pandemia.
Lo que se aceleraron fueron los tiempos. Drástica caída de la recaudación, incremento de los gastos estatales, incertidumbre a corto, mediano y largo plazo.
Por eso, Juan Schiaretti paga muy pocos costos por este recorte que practica sobre los jubilados provinciales.
Había llevado más o menos bien la situación con los aportes que llegaban de la anterior gestión nacional, en manos de su amigo Mauricio Macri, pero la tensa relación con la que arrancó con Fernández cambiaron el panorama, en especial para la Caja.
La gestión del Frente de Todos ya le había avisado a Schiaretti que tenía que hacer ajustes con sus jubilados, más allá de que después se pusieron de acuerdo en seguir mandando los fondos para cubrir parcialmente el déficit.
Antes de la pandemia, el Gobierno nacional ya le avisado a Córdoba que tenía que hacer un ajuste en la Caja.
En ese sentido, no deja de ser un motivo de preocupación para el Gobierno cordobés el reemplazo en la Anses de Alejandro Vanoli por la camporista Fernanda Raverta.
Visita conciliadora
En realidad, la negociación política por los fondos para la Caja era con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, a quien Schiaretti recibió ayer en Córdoba, junto con el titular de Salud, Ginés González García.
Esa visita tuvo mucho más que la anunciada remesa de insumos hospitalarios y recorrida por la fábrica cordobesa de respiradores.
De Pedro ha salido a cicatrizar algunas heridas que se generaron la semana pasada.
Es que aquel fuerte consenso que tenía Alberto Fernández, basado en acuerdos con la oposición, los gobernadores, los otros poderes, su propio espacio y buena parte de la sociedad, se fue resquebrajando.
Sigue siendo alto pero con fisuras.
Una de esas hendiduras la generaron los cuatro mandatarios de distrito más importante del país, el bonaerense kirchnerista Axel Kicillof, el porteño macrista Horacio Rodríguez Larreta, el santafesino peronista Omar Perotti y el cordobés justicialista Schiaretti, para una declaración conjunta que corregía al presidente Fernández y su fallido anuncio de las salidas de paseos cortos.
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Fue el domingo pasado a la tarde. Después vino lo de los presos y el cambiante discurso del Gobierno nacional respecto a las excarcelaciones.
Los gobernadores aumentaron el malestar. Vieron que se estaba yendo hacia un conflicto innecesario, en un tema que siempre genera crispación social.
A los principales mandatarios de distrito les molestó tanto lo de los paseos como lo de los presos.
En Córdoba, por caso, se han tomado una serie de medidas para mantener la calma en los cárceles pero con un perfil extremadamente bajo y anuncio alguno.
Lo mismo los jueces cordobeses dieron la nota al excarcelar un violador en San Francisco.
La Justicia de Córdoba sigue dando la nota con o sin pandemia. Las dudas sobre la muerte de la joven Cecilia Basualdúa en Capilla del Monte, la posible inacción de la fiscalía durante las dos semanas que estuvo desaparecida y con vida y los turbios manejos comunicacionales de los fiscales y sus jefes incrementan el desprestigio de uno de los poderes con menos prestigio.
La Justicia de Córdoba sigue sumando desprestigio.
Pero volviendo a la vista de De Pedro, la idea era achicar distancias y volver a poner a los gobernadores del lado de Fernández.