El único país que es novedad en este Mundial de fútbol sin tener una selección disputando la copa en Qatar es Bangladesh.
No sólo en Argentina se vieron las imágenes de sus habitantes festejando masivamente en las calles los triunfos argentinos. Muchos medios del mundo se hicieron eco de ese extraño fervor por el equipo de un país lejano.
La explicación que da Bangladesh sobre su pasión por Argentina, tiene como raíz histórica el rencor a los ingleses. Por cierto, la explicación no puede estar en lo estrictamente futbolístico, porque en Bangladesh los deportes más populares son el cricket (un deporte inglés que también es popular en la India y Pakistán) y el Ha-du-du, un deporte sólo popular en algunos países asiáticos.
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El rencor que dejó en los bengalíes (habitantes de Bangladesh) el colonialismo inglés es el argumento. Pero eso no responde una pregunta: ¿por qué recién ahora, en esta copa del mundo, hace visible una pasión por el seleccionado argentino que no había manifestado en los campeonatos anteriores?
Si la razón de la simpatía está en la historia ¿por qué en los campeonatos anteriores no hubo festejos en ese país asiático cuando ganaba el seleccionado argentino? En la respuesta a esas preguntas estaría el factor Messi.
Por cierto, este no es el primer Mundial que juega la estrella rosarina, pero es el torneo al que llega en la cumbre de su popularidad global.
Bangladesh fue, junto con la India y el actual Pakistán, además de otros países asiáticos, la posesión colonial británica que llegó a considerarse “la joya de la corona” de la reina Victoria.
El hecho que marcó el sentimiento anti-inglés entre los bengalíes fue la hambruna que diezmó a la población en 1943. La escasez de alimentos fue una de las consecuencias de la II Guerra Mundial. En 1942, el Imperio Británico perdió Singapur y el Imperio Nipón conquistó Birmania, un territorio que abastecía de alimentos al virreinato.
El manejo que los ingleses hicieron de la crisis alimentaria que sobrevino, causó la hambruna en Bangladesh.
Hubo otras hambrunas en el Bangladesh independiente, por eso su nombre, junto a de Biafra, región africana del sur de Nigeria donde el hambre mató millones de personas en la segunda mitad del siglo 20, se convirtió en sinónimo de muertes masivas por hambre.
Esas hambrunas generaron diásporas que traerían posteriores tragedias, como las que están sufriendo los rohingyas en Mianmar, de donde son deportados por la fuerza hacia el país donde se asentó durante siglos ese pueblo que se adjudica origen árabe.
El virreinato británico concluyó en 1947, naciendo como países independientes la India, donde la mayoría de la población es de religión hindú, y Pakistán, donde la mayoría es musulmana. Bangladesh era parte de aquel estado musulmán que crearon Mohammed Jinna y Sulficar Alí Butho, pero a sus territorios lo separaba Cachemira, que quedó bajo el estado indio teniendo población musulmana, por las maniobras políticas que pudo hacer el marajá hinduista que gobernaba esa región con capital en Srinagar.
Bangladesh fue llamada Pakistán Oriental hasta que logró su independencia, acicateada por el gobierno indio de Indira Gandhi y con su ayuda militar, en la guerra de 1971.
Argentina fue uno de los primeros países en reconocer al nuevo estado independiente, a pesar de estar gobernada por un régimen militar proclive a seguir los dictados de Washington, que por entonces construía un vínculo estratégico fuerte con Pakistán.
Bangladesh apoyó a la dictadura de Galtieri durante la guerra por Malvinas, porque le despertó simpatía esa operación militar contra los ingleses. Por la misma razón, el célebre gol bautizado “la mano de Dios” que convirtió Maradona a los ingleses encontró en Bangladesh el mayor de los festejos fuera de Argentina.
Pero en esta ocasión los bengalíes están convirtiendo aquellas simpatías en fervor debido a la figura que, en el momento cumbre de su fama y en la antesala de su retiro, despierta una ola de admiración mundial: Lionel Messi.
Por ese toque infantil que irradia su carisma, diferente al del común de los astros deportivos, y por una vida recluida en su familia que también llama la atención, Messi está generando a escala mundial una mezcla de admiración, simpatía y afecto que los bengalíes (un pueblo que no juega al fútbol ni ama el fútbol) están expresando con llamativo fervor.