Últimamente pienso mucho en estos días, ¿qué pasa después de estos días? Después de enterarnos de que un hombre de 25 años asesinó a una chica de 18, después de enterarnos que había denunciado, después de salir a la calle, después de que el caso salga en el prime time de la televisión, después de las publicaciones de los diarios y las páginas, después de ver reflexiones que nos hacen preguntarnos sobre nuestra realidad, que nos incomodan, después del video que se viralizó (y qué suerte) cuestionando las masculinidades, después de que tus amigas compartan en sus historias de Instagram la foto de Úrsula Bahillo, después que baja la espuma mediática.
¿Qué pasa con esto que nos arde en las manos? ¿Qué hacemos con ese número de mujeres asesinadas en lo que va del 2021? ¿Cómo seguimos después de la imagen de una madre llorando a su hija sin entender cómo es que eso sucedió si hicieron “lo que hay que hacer”? ¿Qué pasa? ¿Qué hacemos?
¿Nos seguimos riendo de esos chistes machistas de un compañero de facultad/trabajo/colegio? ¿Seguimos una charla como si nada con ese amigo que manda una foto de la prima de una amiga al grupo de WhatsApp para burlarse y quedar como un copado? ¿Callamos ante una respuesta de un hombre que menosprecia el trabajo de una mujer? ¿"Perdonamos” a esos actores con acusaciones de abuso porque son talentosos y hermosos? ¿Te gustaría que traten a tu hermana, amiga, sobrina, madre como vos trataste a tu novia la noche anterior? ¿Qué pensarías si el “es una puta” de tu amigo de repente fuera para tu hija?
Porque son esas cosas que pueden parecer “pequeñas” las que van construyendo una sociedad más injusta para las mujeres, una en las que se las percibe como algo inferior, una que recién hace unos años comenzó a llamar “femicidios” a los que antes eran “crímenes pasionales”, donde el Estado llega tarde para preservar la vida de cada mujer que muere asesinada cada día.
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Algunxs están preocupadxs por el tono en que les explican o cuentan las cosas las feministas, y puedo decirles con un nudo de desazón en la garganta que pueden encontrar muchas que vayan con sus “tonos”. O simplemente preguntarse algunas cosas de nuestro día a día. Porque esto nos interpela a todos y mientras tanto no tenemos las suficientes respuestas para apagar esta realidad que nos arde en las manos.
Patricia Nasutti, madre de Ursula Bahillo, de 18 años, en el funeral de su hija.