Los golpes de Estado se multiplican en África como una pandemia. El efecto contagio está dado por la influencia rusa a través del Grupo Wagner, que ahora estará transfiriendo directamente al Ministerio de Defensa la conducción de los apoyos militares a los países en los que están cayendo los gobiernos civiles.
La deficiencia inmunológica de los Estados parece emparentada con la gravitación de Francia sobre esos países, donde obtiene a precios de ganga el petróleo, el uranio y demás materias primas que necesita para el funcionamiento de su economía y su sociedad.
Ahora es Gabón el país en el que los militares derrocaron un presidente civil. Después del golpe que inauguró en 2020 un régimen militar en Mali, como por efecto dominó se sucedieron los derrocamientos de gobiernos civiles en Guinea Conakri (2021), Burkina Faso (2022) y en julio de este año ocurrió en Níger.
También la influencia rusa habría generado la asonada que rompió la alianza que conformaron tras la caída del dictador Omar al Bashir, iniciando en Jartún la guerra entre milicianos y militares que aún combaten en Sudán.
La epidemia golpista ahora llegó a otra ex colonia de Francia. Gabón fue conocido hasta 1960 como Congo-Brazzaville y formaba parte del Africa Ecuatorial Francesa. A lo largo de sus sesenta años de vida como estado independiente, ha tenido sólo tres presidentes. El primero fue León M’ba, a cuya muerte, seis años después de asumir el cargo, lo sucedió su vicepresidente, Omar Bongo, quien gobernó hasta su muerte, 42 años más tarde.
Desde entonces, la presidencia estaba en manos de su hijo, Alí Bongo, quien ya llevaba catorce años en el poder cuando fue derrocado por los militares. De tal modo, este es el primer golpe de Estado castrense, y el régimen que se conformó es el primer gobierno militar de ese pequeño país situado en la costa atlántica.
Los tres presidentes civiles fueron elegidos en las urnas, pero es posible que sólo las dos elecciones que ganó León M’ba y las dos primeras de Omar Bongo fueran transparentes. Las denuncias de fraude se multiplicaron desde que Bongo padre superó las dos décadas de poder y también salpicaron los triunfos electorales de su hijo Alí, el presidente que acaba de ser derrocado tras comicios denunciados como fraudulentos por la oposición.
Ese fue uno de los argumentos esgrimidos por los militares golpistas. El otro es que el gobierno de Alí Bongo estaba al servicio de los intereses franceses y recibía millonarios sobornos de las empresas galas.
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Que los presidentes anteriores hayan sido civiles y realizado elecciones, no implica que Gabón tuviera una verdadera democracia. La familia Bongo imponía un poder dinástico y la corrupción era endémica como en todos los países del Sahel y del Africa Ecuatorial, donde los gobiernos franceses y las empresas de la antigua potencia colonial corrompían las clases dirigentes para seguir abasteciéndose de las materias primas que requiere la metrópoli.
La otra realidad que potenció esta ola de golpes contra los gobiernos civiles y pro-occidentales, es el fracaso de los militares franceses en la lucha que libraron en Malí y otros rincones del Africa subsahariana contra milicias ultra-islamistas como Boko Haram, Al Qaeda Magreb y el brazo de ISIS entre otras milicias jihadistas.
Pero más allá de los vicios que la política africana de Francia ha mostrado muchas veces, la cadena golpista se explica en la influencia que está ejerciendo Moscú. Para Vladimir Putin, es de gran importancia estratégica privar a países europeos del abastecimiento de petróleo y gas, entre otras materias primas que les proveía Rusia hasta que la invasión a Ucrania redujo enormemente esas importaciones.
Níger le proveía a Francia el uranio con el que funcionan sus centrales nucleares y parte del petróleo que importa la potencia europea proviene de Gabón y Sudán. Moscú espera que el régimen militar establecido en Libreville, la capital gabonesa, corte el envío de petróleo como los militares de Níger están cortando el envío de uranio. También espera que el nuevo régimen gabonés siga los pasos de los otros regímenes militares propiciados por Rusia y presione para que se vayan las empresas y las representaciones diplomáticas francesas.
El golpe de Estado en Gabón complica también el plan de los estados pro-occidentales del oeste africano, reunidos en la llamada Comunidad Económica de Estados del Occidente Africano (CEDEAO) de enviar un contingente militar multinacional para restituir la democracia en Níger.
Primero fueron los militares que gobiernan Mali y Burkina Faso los que advirtieron a CEDEAO que enviarán sus ejércitos a apoyar a los militares nigerinos. Ahora podría sumarse Gabón al frente de regímenes castrenses decididos a enfrentar con las armas a los Estados pro-occidentales que intenten restaurar los gobiernos civiles derrocados.
El bloque euro-norteamericano y la Rusia de Vladimir Putin empiezan a convertir al África en un potencial campo de batalla. En ese choque de planetas, China podría actuar a favor de los intereses rusos. En definitiva, el gigante asiático también acrecienta su influencia en África a través de las infraestructuras que construye y las áreas estratégicas que va poniendo bajo su control.
Señales de una nueva confrontación este-oeste.