Empiezo a escribir esta carta sin saber, verdaderamente, a quién me tengo que dirigir.
Tendría que empezar dedicándole unas palabras de inmenso agradecimiento a ese hombre que está sentado aquí, que aún siendo tan reconocido ya en el periodismo, hace como 17 años, se despachó una mañana de primavera y me invitó a acompañarlo nada menos que en su Noticiero Doce.
Gustavo querido… en ese momento me salvaste de todas las maneras posibles.
Siendo mujer, con mi panza de 7 meses de embarazo, esperaste a que pudiera ser madre, y luego me invitaste a estar a la par. ¡Nada menos!
Vos abriste el camino de la inclusión de las mujeres en la opinión.
Sos un verdadero padre del periodismo. Para mí y para la mayoría de los que hoy estamos en este canal.
Sos un verdadero padre del periodismo. Para mí y para la mayoría de los que hoy estamos en este canal.
De vos, aprendimos de la independencia y la ética del periodismo. Siempre riguroso. Respetuoso. Valiente. Sensible.
Nos dejás un camino marcado. Nos dejás muestras de fortaleza. "¡La cosa es así! ¡No hay vueltas corazón!”, nos dijiste miles de veces.
Y no estabas mostrando debilidad. Solamente templanza para saber afrontar lo bueno y lo malo. Lo amargo, o lo hermoso que nos da nuestro oficio.
El haber compartido tanto tiempo juntos me permitió conocer al “Pavito”, como todos te decimos cariñosamente.
Yo esto lo voy a develar: vos Gustavo Tobi, sos un grandote de algodón. Porque dentro de esos casi dos metros de altura, anida un hombre muy sensible.
Y también nos vamos a quedar con eso tuyo.
Porque en la redacción, en los patios, caminando y compartiendo charlas, no te importó abrazarnos y llorar con nosotros y nuestros dolores, o pedir, en este mismo estudio, un pañuelito de papel, porque muchas notas te hicieron moquear.
Antes de que te vayas hoy de este estudio, quiero sacarte la promesa de que te des una vuelta en noviembre o diciembre, que te vengas con tu insecticida en aerosol, y que me vuelvas a salvar de esas moscas que siempre nos persiguieron.
De paso, subís a la redacción, y nos seguís enseñando a escribir correctamente, y a hablar, y pronunciar el inglés.
No te voy a decir que te vamos a extrañar, porque uno nunca extraña a quien jamás se despegará de nuestro lado.
Tu cafetera, esa con la que sacaste los cafés más amorosos de toda la redacción, tendrá siempre un paquete de café en granos para vos.
Te vamos a esperar siempre para que sigas repartiendo las mejores facturas, los chocolates, o esa sonrisa que te sale bien del estómago, cada vez que traés un cuento nuevo para contarnos a todos.
No te voy a decir que te vamos a extrañar, porque uno nunca extraña a quien jamás se despegará de nuestro lado.
Eso sí: te pedimos que nos sigas enviando documentos de tu actividad, esas fotos de tu pesca con mosca. Tu credibilidad podría decaer, si no mostrás imágenes que sigan avalando que sos el mejor pescador.
Aunque vivas viajando, que es otra de las cosas que más te gusta, creo que ya pudimos apropiarnos de lo más lindo que puede quedarnos de vos: los momentos vividos.
Todos nos remiten a un hombre de corazón enorme, de gran sabiduría. Generoso para enseñar, respetuoso para reprender, firme para acompañar.
Por eso queremos decirte esto: "Ha sido un gusto tenerte con nosotros".
+ VIDEO: La carta y la emoción junto a Gustavo Tobi: