El final de la B Metropolitana fue escandaloso. Los jugadores de Riestra invadieron la cancha y obligaron al árbitro a suspender el partido. Ellos decidieron que el partido no debía seguir y decretaron por anticipado su ascenso a la B Nacional. Irrumpieron, agredieron, intimidaron y no le permitieron al otro equipo, Comunicaciones, pelear por su sueño.
Se esperaba una dura sanción, ejemplificadora. Un castigo que le marque a los hinchas, dirigentes y jugadores el límite entre lo que está bien y lo que está mal. Una condena para que los demás sepan que eso no se debe hacer.
Pero no fue así. La AFA dejó pasar la oportunidad histórica para demostrar que tiene una nueva manera de proceder y dejar atrás los viejos vicios de 35 años de grondonismo.
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La AFA simplemente debía aplicar su reglamento para sancionar a Riestra. Darle por perdido el partido. Solo eso era suficiente para castigar al que hizo mal las cosas.
La quita de puntos, la sanción económica y la suspensión de la cancha de Riestra suenan a poco. Son sanciones a futuro que nada tienen que ver con lo que sucedió en la cancha.
El presidente de AFA, Chiqui Tapia, se mostró conforme por la pena y dijo que es “dura y ejemplificadora”. Nada más lejos de la realidad. El mensaje que deja es que Riestra podrá ascender y jugar por primera vez en su historia en la B Nacional. Más adelante deberá cumplir la sanción, pero ya en una categoría superior.
Y lo más llamativo: la pelota seguirá rodando. Se jugarán los cinco minutos restantes en una cancha neutral, a puertas cerradas, en dos tiempos de dos minutos y medio cada uno. Ilógico por donde se lo mire, carente de toda naturalidad.
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Ahora resta saber por qué la AFA no aplicó su propio reglamento. Quizás la respuesta se encuentre al ver de dónde vino el propio presidente de AFA. El apoyo de los clubes de ascenso fue clave para que llegara al poder. Haber aplicado el reglamento, privándole el ascenso a Riestra, hubiera sido muy antipático con el fútbol de ascenso.
En pocos días se olvidará lo que sucedió en esa cancha y en los escritorios de AFA. Otros temas ocuparán la atención de los hinchas. En la nada quedarán las amenazas a los jugadores, las áreas agrandadas que nadie vio y otras irregularidades. Total, como decía el anillo de Don Julio, “Todo Pasa”.