El hecho en sí representa una derrota de Israel en su guerra contra Hamas. Tener que comparecer ante la Corte Internacional de Justicia, donde ese Estado está siendo juzgado bajo la Convención sobre Genocidio de las Naciones Unidas, que es una consecuencia internacional del genocidio de judíos perpetrado por los nazis, es de por sí un duro golpe. Sudáfrica llevó a esa Corte con sede en La Haya la acusación de genocidio. Una palabra acuñada por un sobreviviente del Holocausto, el jurista judío originario de Polonia Raphael Lemkin, quien además definió el significado del término y por ende su significación como delito contra la humanidad.
La acusación sudafricana no es, en sí misma, ni absurda ni antisemita. Con más de 23 mil muertos por los bombardeos israelíes, entre los cuales más de dos terceras partes son civiles y varios miles de ellos son niños, lo absurdo sería que nadie en el mundo cuestionara al Estado que realiza esos ataques aéreos sobre urbes densamente pobladas.
Esto no implica necesariamente que la operación israelí en la Franja de Gaza pueda ser catalogada de genocida.
En definitiva, uno de los rasgos del genocidio es que el exterminio sea llevado a cabo con la intención de eliminar o erradicar de un territorio a un grupo humano por razones étnicas, raciales, religiosas, políticas etcétera. Y es posible que no mienta el gobierno israelí al decir que sus ataques no son contra la población civil, sino contra Hamás, la organización que perpetró el pogromo sanguinario del pasado 7 de octubre en aldeas agrícolas, kibutzim y un festival musical a cielo abierto.
Ese ataque que causó más de 1.200 muertes y centenares de secuestros, tuvo la intención de matar, violar, torturar y apresar a todas sus víctimas civiles. Por tanto, tuvo una intención genocida.
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Evidentemente Hamás quiso matar a los civiles judíos que mató y también parece evidente que el objetivo de Israel al bombardear es Hamas, y que esta organización que impera en Gaza no sólo nunca construyó refugios antiaéreos para la población civil, ni la desplaza de las zonas urbanas donde están sus oficinas y cuarteles para ponerla a salvo, sino todo lo contrario: Hamas usa a los civiles como el Vietcong usaba la jungla vietnamita en su guerra contra los norteamericanos, que para combatirlos, además de crímenes de lesa humanidad, cometieron gravísimos crímenes contra el medio ambiente selvático.
Hamás se parapeta entre los civiles, porque su estrategia está centrada en el gran número de muertes civiles y destrucción causada por Israel en cada una de las guerras (esta es la quinta) contra esa organización terrorista.
Que Hamás sacrifique su propio pueblo para estigmatizar y aislar a Israel, y que sea ese propósito el que motivó su ataque del 7 de octubre, no libera de culpas al gobierno israelí.
Aunque su intención no sea matar civiles, está claro que sabe que los palestinos de la Franja de Gaza morirán de a miles bajo las bombas que lanza contra Hamás. Ergo, el gobierno israelí y el generalato que lleva adelante esta operación militar son consientes de que sus bombas provocarán lo que Hamás quiere que provoquen: la muerte de decenas de civiles por cada uno de sus miembros (milicianos, comandantes y militantes) que caigan en los bombardeos. Y no es absurdo considerar que eso es un crimen de guerra.
Lo absurdo en la denuncia de Sudáfrica es que no acuse de lo mismo a Hamás, siendo tan evidente la estrategia de sacrificar a miles de civiles, con un porcentaje altísimo de niños.
Los propios manuales y discursos de esa organización yihadista explicitan su consideración de que todo palestino debe morir como mártir en la lucha para eliminar a Israel y “echar a los judíos desde el río Jordán hasta el mar”. Una estrategia genocida con los propios para alcanzar un objetivo genocida con los israelíes: expulsarlos.
Los civiles palestinos están siendo masacrados de manera criminal, por las bombas israelíes y por la estrategia de Hamas. Una acusación presentada ante la Corte de La Haya, no puede apuntar sólo a una parte, aunque tampoco pueda equiparar sus respectivas responsabilidades en este crimen de guerra.