¿Será por la comida, con el famoso sushi a la cabeza? ¿Será por su música, ancestral y profunda? ¿Su filosofía? ¿Su historia? ¿Por sus artes marciales? ¿Por lo íconos pop de su cultura más contemporánea? ¿Por curiosidad? O por todo eso junto, tal vez. Lo cierto es que todo lo que rodea a la cultura japonesa genera año a año una atracción especial -sobre todo en los jóvenes-, que quedó demostrado este fin de semana en el festival tradicional Bon Odori, organizado por la Asociación Japonesa de Córdoba.
El predio deportivo del Jardín Japonés de Córdoba (Celso Barrios 3500) fue el lugar para desplegar esta fiesta popular de la cultura japonesa, que tiene la finalidad de rendir homenaje a los antepasados, agradecerles y pedir prosperidad.
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Puestos de comida, de venta de artículos como remeras, muñecos, accesorios, objetos de decoración se distribuían alrededor del lugar. Valió la pena detenerse en el stand de objetos diversos hechos con la técnica de “kirigami” (arte de papel recortado) o en aquellos que mostraban el famoso “origami” (arte de doblar el papel).
Las lámparas de papel en rojo y blanco decoraban el lugar. Un pequeño escenario rojo en altura, llamado torre “yagura”, reunía a los artistas, mientras abajo la gente hacía su propio baile comunitario y recreaba las danzas tradicionales japonesas.

Mientras muchas mujeres vestían sus kimonos, el imán de la fiesta era el escenario principal. Fue ahí donde se vio lo más autóctono e interesante de la fiesta porque además para los curiosos por conocer culturas e idiomas, se abrió un abanico de palabras y nuevos conocimientos como “eisa”. Eisa es una maravillosa danza japonesa bailada por hombres y mujeres, que además de bailar, también cantan y tocan el taiko (tambor japonés) que puede ser de diferentes tamaños. En este evento se destacó el Grupo Taiko Córdoba y de Buenos Aires, el grupo Matsuri Daiko, de la filial de la agrupación japonesa con su casa matriz en la isla de Okinawa.
El kendo, arte marcial tradicional japonés, también logro llamar la atención de este público diverso, heterogéneo y sobre todo familiar.

Japón, país que cada vez parece quedar más lejos para los bolsillos de los argentinos, se acercó a nuestro barrio de una manera amigable y culturalmente interesante a través de este evento. Algunos llegaron por curiosidad y se fueron fascinados por todo mundo que se abrió ante sus ojos. Es que la cultura japonesa abre un abanico de conceptos y conocimientos tan amplio que en el camino uno va aprendiendo que “kokoro” en japonés significa tanto mente, espíritu y corazón. Un término que lo unifica todo. Porque, para la cultura oriental, somos un todo.
Bon Odori, una puerta de entrada a miles de años de historia.
