Galvan mató a Ivana Módica durante una discusión dentro de la casa. No demoró mucho tiempo en armar la trama para salvarse él una vez que la había asesinado. La cambió de ropa. Y eso no es un dato menor.
La ropa con la que vistió el cadáver de Ivana no era casual. Eligió su ropa deportiva nueva con la que subía Ivana al cerro la banderita. Le puso las zapatillas y le ató los cordones.
Intentaba hacerla "culpable" de su propia muerte. Su plan era dejarla en la sierra y después usar el indignante "y bueno andaba sola por las sierras, algo le podía pasar".
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La cargó en el auto. Y subió al Cuadrado. Eligió un punto intermedio donde La Falda no se ve y la Falda NO lo veía. Eso creía él. Y la tiró. No la enterró ni tapó con tierra. Tenía que parecer la caída accidental de una mujer que camina sola.
Volvió sobre sus pasos y lo vieron pasar decenas de cámaras sobre la ruta 38. Nunca lo supo hasta que otra mujer, la fiscal, le puso las pruebas en la mesa. Fue el viernes cuando lo cargaban a Bouwer. Por primera vez el femicida temió a los hombres de la cárcel.
Durante más de una semana, su silencio fue la tortura para las mujeres de Ivana.
Muchos hoy dicen que si Galvan no confesaba, Ivana no aparecía. No es así. Ya estaba demostrado el jueves que el recorrido era el Cuadrado. Esa prueba fue necesaria para presionarlo y acorralarlo. Ahí confesó.
No hay nada de humanitario en su confesión. Durante más de una semana, su silencio fue la tortura para las mujeres de Ivana. Su mamá, su hija, su hermana. Todas esperaban novedades en un hotel de su obra social, a menos de 5 kilómetros de donde tiró el cuerpo.
A la mañana siguiente, Ivana no estaba en la casa. Galván, como si nada, se levantó y se fue a trabajar. Al regreso obró el papel del marido preocupado. El instructor de pilotos de caza creía que tenía el femicidio perfecto.
A la mañana siguiente, se vistió para ir a trabajar. Quizás ahí sintió que la camaradería marcial de la Fuerza Aérea podía protegerlo bajo las alas de su charretera de vicecomodoro.
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Galván es el modelo del femicida de alta impunidad. Una vez que mató creyó que su vida seguía igual. Que podía subir a Olaen a tomarse un porrón. Y una vez que mató a una mujer tuvo el poder de torturar las otras. Galván no es un monstruo. Es un hombre.