Padecía fibrosis quística y había sido sometida a un trasplante bipulmonar. Los donantes fueron sus propios padres, quienes internados en la terapia intensiva, después de haberle donado un pulmón cada uno a su hija, se enteraron de que Natalí había muerto en una sala contigua, pese a la lucha titánica que llevaron adelante con mucha entereza. Natalí era hija de una familia humilde de barrio Ituzaingó Anexo, su madre era desocupada y su padre albañil y afiliado voluntario de la Apross.
Los Maidana pese a la escasez de recursos movieron cielo y tierra para que Natalí tuviese una mejor calidad de vida. Cuando la niña recién cumplía 14 años fueron a la Apross para iniciar el trámite y que le cubrieran el trasplante. Según la familia, los tuvieron un año dando vueltas con el argumento de que faltaba un papel, que faltaba una autorización, inclusive les llegaron a decir que el expediente se había perdido.
Desesperados llegaron por sus propios medios hasta el hospital Garrahan de Buenos Aires y allí los médicos desaconsejaron el trasplante por tratarse de un caso pediátrico, por su bajo peso y por la falta de experiencia en Argentina para realizarlo con donantes vivos. En ese ínterin se les fue un año entre el Garrahan y el manoseo de la Apross.
Durante ese tiempo, Natalí debió dejar los estudios, perdió un pulmón y sufrió dos neumotórax. A partir de allí se aferró a una máquina que le daba oxígeno y a un botón gástrico. Tenía sólo un 10 por ciento de su capacidad respiratoria. Desesperados sus padres presentaron el 1 de marzo de este año un amparo contra la Apross porque el organismo adujo que la ley no reconoce costear el trasplante con donantes vivos. Rápidamente el tribunal contencioso convocó a las parte y comenzaron las medidas dilatorias con auditores y peritos. Lo cierto es que se perdieron tres meses.
La cámara se expidió y le dio la razón a la familia, mientras Natalí moría un poco cada día. Aunque parezca increíble la Apross terminó apelando la resolución. El tribunal les permitió la apelación pero los obligaba a cumplir la resolución. Así mismo el asesoramiento técnico en que se basó el fallo habilitó el trasplante en Brasil con donantes vivos, en el mismo hospital donde habían operado a Sofía Sánchez y a las mellizas Oviedo.
Ayer con la pésima noticia de la muerte de Natalí y con una frialdad que conmueve, el titular de la Apross, Raúl Gigena se limitó a decir que ellos no podían violar la ley. Sin embargo desde 2012 el gobierno nacional ha había habilitado la ablación con donantes vivos, sólo que nunca nadie se interesó en montar la infraestructura necesaria.
El costo de la operación, sin contar con el alojamiento y el traslado en el avión sanitario costaba 175 mil dólares. Finalmente la Apross después de un año y tres meses a la familia puso sólo unos 20 mil dólares. Al resto lo puso la provincia, incluido el avión. En definitiva al dinero vía judicial lo pusieron lo mismo, sólo que los burócratas y desalmados le quitaron a Natalí varias chances para pelear por su vida. Cuando la justicia los obligó, ya era demasiado tarde. Las autoridades de Apross un organismo que tiene 618 mil afiliados cautivos deberían pedirle perdón de por vida a los Maidana, pero también las autoridades de la nación y de la provincia que desoyeron el clamor de una niña que moría lentamente.