Una foto de una modelo en bikini, con un mar turquesa de fondo, se dobla en diagonal. Justo en paralelo a la palmera, el dedo de Abigaíl pasa y deja el mundo ideal partido a la mitad. Abigaíl tiene 8 años y vive en Villa 9 de Julio. La modelo no sé quién es. No me importa y a Abigaíl, tampoco.
Los niños del merendero y algunos padres no se fijan en las páginas que doblan en forma de triángulo. Una vez que la última se dobla, lo que sigue es pegarla con la primera. El resultado es un cono colorido lleno de mares y publicidades. Ahora los dedos de Abigaíl untan plasticola y pegan círculos de cartulina al cono. El último paso es recortar una estrella plateada y coronar el cono. La revista ya no es revista, ahora es un arbolito de Navidad precioso. Y Abigaíl y sus amiguitos están más cerca del sueño.
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Al merendero Mis Pimpollos de Villa 9 de Julio van más de 60 niños. Meriendan de lunes a viernes y almuerzan los sábados. Juegan a la pelota en una cancha de fútbol armada con alfombras viejas de canchas privadas de fútbol 5. Por ahí, un pelotazo traspasa las redes de contención que también están recicladas y medias desechas. Todo, en la pobreza se recicla y reaviva, y así también le pasó a los revistas.
Hace unos años, a la seño Caro se le ocurrió armar arbolitos con las revistas viejas que les llegan en donaciones. Se hicieron para decorar el merendero. Un día, uno de los voluntarios que los visita quiso comprar un arbolito. Y de ahí salió el primer producto. A ese voluntario le preguntaron de dónde había sacado esa maravilla y aparecieron los clientes. Al año siguiente hicieron arbolitos de Navidad para vender y les fue bien.
¿Y qué hicieron con la plata?
Lo que hace cualquier familia laburante cuando puede, darse un gustito. El gusto fue armar un paseo para los chicos.
¿Y dónde fueron?
Lo que hace cualquier familia cuando se da un gustito. Ir al cine y después comer unas hamburguesas.
¿Y pudieron?
Más vale, hasta les alcanzó para un helado.
Para muchos niños fue la primera vez en el cine y con las hamburguesas con papas. Fueron caminando hasta el Paseo Rivera, entraron, pagaron y se fueron. Fue un gran paseo y los chicos sentían que se lo habían recontra ganado.
Por eso este año, por segunda vez, están vendiendo los arbolitos de colores donde nadie sabe cuál es la primera página y cuál es la última, como un círculo virtuoso. Los modelos son Abigaíl y sus amigos y el sábado que viene se van al cine.
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