* Por Gustavo Tobi
Esos oscuros "ratones de escritorio" fueron fundamentales para que el 24 de Octubre de 1931 (hace casi 88 años) Al Capone fuera condenado a 11 años de prisión, no por vender ilegalmente alcohol, sobornar, asesinar o dirigir el juego, sino simplemente por evadir impuestos.
Shumway y Reis, no solo anotaban todos los ingresos de "Cara Cortada", sino que tenían una memoria prodigiosa para los números. El investigador especial de la Suprema Corte de los EE.UU., Elmer Irey, los convenció para que declararan en contra de Capone y les dio protección especial. Las pruebas en contra del Enemigo Público Nro. 1 de los norteamericanos fueron contundentes.
Vanos fueron los intentos de los abogados de Capone para apartar a Irey.
Han pasado 88 años, los tiempos han cambiado, pero se me ocurren inevitables similitudes con el caso Víctor Manzanares, el contador del matrimonio Kirchner: ahora es imputado colaborador del Juez Bonadío y el Fiscal Stornelli y él y su familia tienen protección especial.
Faltan corroborar los explosivos testimonios de Manzanares, pero la minuciosidad de su relato, las precisiones sobre el escandaloso manejo de las coimas cobradas durante la "Década Ganada", los lugares donde se escondía y pueden estar escondidos alrededor de 200 millones de dólares, las identidades de todos los que intervinieron en la conformación y manejo de una enorme asociación ilícita, no dejan duda alguna de la verosimilitud de su relato y la conexión inevitable y precisa con lo que reveló Oscar Centeno en sus cuadernos.
Ellos -como otros "arrepentidos" - han desoído la "Omertá", la ley sagrada de silencio que es la Biblia de la mafia y a la cual apeló Guillermo Moreno para que los "compañeros" detenidos no abran la boca y sigan el ejemplo de uno de los máximos "capos" que están en la Cárcel de Ezeiza: Julio de Vido.
Como otrora con Irey hoy hay maniobras para tratar de apartar al fiscal Carlos Stornelli.
La peor pesadilla de Cristina se está haciendo realidad; cantó Manzanares.
Lo saben todos aquellos investigadores que en nuestro país y en el mundo intervienen en maniobras escandalosas como las que involucran al difunto Néstor y su viuda Cristina: en éstos casos siempre hay alguien que anota.
Con Capone, Shumway y Reis. Con los Kirchner, Manzanares y Centeno.
Demasiadas coincidencias.
Pero falta una: que en Comodoro Py tengamos, como en Chicago, un 24 de octubre de 1931. Pero no con uno, sino con varios peces muy gordos sentados en el banquillo de los acusados.